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Gran Bretaña, 1945 El Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería de nueva cuenta abre sus puertas para todas aquellas mentes emocionadas y expectantes de las maravillas de un nuevo año escolar. Amigos que no se han visto desde hace tiempo, queridos profesores de caras sonrientes y exigencias de un nuevo curso escolar, todo pareciera estar perfectamente calculado, todo esta planeado y se pronostica, que aquel año escolar será uno de los más anhelados y aceptados por los estudiantes. Pero no todo es lo que parece y ciertamente el plan de cierto grupo de estudiantes no es precisamente pasar sus últimos años en el colegio de manera pacífica, ellos quieren causar un cambio, quieren una revolución, quieren iniciar la diferencia en su mundo y no precisamente de la manera correcta ni por los motivos idóneos. Tom Riddle extrañamente comienza a mostrar maneras mucho más encantadoras que las del extraño chico que se conoció de primer a quinto curso, se le nota más seguro, constante y decido, sus palabras suaves como el susurro de una serpiente han comenzado a cautivar a la casa de Slytherin, prometiendo poderes y riquezas inimaginables sencillamente por participar como bulto en su movimiento revolucionario, la prudencia nunca se ha dado con las serpientes y cuando el poder se menciona y la pureza de una casta sale a relucir, casi nadie está dispuesto a negarse.
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Todo amanecer parece perdido (PRIVADO)
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Morsmorde :: Hogwarts :: Gran Comedor
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Todo amanecer parece perdido (PRIVADO)
No era para nada temprano cuando Lucinda abrió los ojos a un nuevo día. Los doseles de su cama estaban corridos hacia un lado y con ello ocultaban la luz del sol que colmaba toda la habitación. Luego de desperezarse se dio cuenta que estaba sola. Sobre el baúl seguía su vestido de la noche anterior, y junto a el, en el suelo, sus zapatos. Aún le dolían un poco los pies. Se levantó y usó el baño tranquila. Dejó que el agua y el aroma a jazmín del jabón olvidaran los malos recuerdos, al menos los que sí habían sido malos de la noche. Cerró los ojos y lavó su cabello. Era agradable el aroma a shampoo, más que agradable, era exquisito. Una vez estuvo lista salió del agua y se envolvió con una toalla. Sería un nuevo día en Hogwarts, y gracias a Merlín no tenía que ir a clases.
Bajó al Gran comedor sola. Iba vestida con una falda hasta las rodillas, plegada y de tela ligera de un tono celeste, y una blusa blanca bastante sencilla. Lucinda no era opulenta para vestir, todo lo contrario, escogía su ropa con sencillez e incluso se avergonzaba cuando su madre le compraba ropa muy fastuosa. Siempre había creído que tanto era innecesario, y por ello procuraba vestir como vestía la mayoría. No gustaba de llamar la atención. Su rostro daba a notar que había sido una noche agitada. Estaba cansada y su cabello aun goteaba ligeramente luego del baño.
Tomó asiento en su mesa donde no vio a más que unos niños pequeños. Los saludó con la mano y tomó asiento. El día estaba soleado, cosa que distinguió mientras bajaba al Gran Comedor, y ello le hacía pensar que sus amigos debían estar en el jardín disfrutando del sábado después de una noche de fiesta. Tomó un poco de zumo y acercó el cereal y la leche. No quería mirar a su alrededor por temor a encontrarse con Abraxas, y ese pensamiento le recordó lo que había descubierto en los ojos de su prometido la noche anterior. Sintió un nuevo golpe en el pecho y hundió la cuchara en el bol del cereal. No se dio ni cuenta que unos pasos se dirigían hacia ella, y menos aún que aquellos pasos que se encaminaban hacia ella no eran de una hija de Rowena.
Bajó al Gran comedor sola. Iba vestida con una falda hasta las rodillas, plegada y de tela ligera de un tono celeste, y una blusa blanca bastante sencilla. Lucinda no era opulenta para vestir, todo lo contrario, escogía su ropa con sencillez e incluso se avergonzaba cuando su madre le compraba ropa muy fastuosa. Siempre había creído que tanto era innecesario, y por ello procuraba vestir como vestía la mayoría. No gustaba de llamar la atención. Su rostro daba a notar que había sido una noche agitada. Estaba cansada y su cabello aun goteaba ligeramente luego del baño.
Tomó asiento en su mesa donde no vio a más que unos niños pequeños. Los saludó con la mano y tomó asiento. El día estaba soleado, cosa que distinguió mientras bajaba al Gran Comedor, y ello le hacía pensar que sus amigos debían estar en el jardín disfrutando del sábado después de una noche de fiesta. Tomó un poco de zumo y acercó el cereal y la leche. No quería mirar a su alrededor por temor a encontrarse con Abraxas, y ese pensamiento le recordó lo que había descubierto en los ojos de su prometido la noche anterior. Sintió un nuevo golpe en el pecho y hundió la cuchara en el bol del cereal. No se dio ni cuenta que unos pasos se dirigían hacia ella, y menos aún que aquellos pasos que se encaminaban hacia ella no eran de una hija de Rowena.
Lucinda Scalovix- Ravenclaw
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Fecha de inscripción : 01/04/2013
Re: Todo amanecer parece perdido (PRIVADO)
El agua fría había terminado por despertarla. Si, ducha fría. Aun con el clima no era la mejor elección, pero los gustos que poseía tampoco eran los más normales. Vamos, que el agua a esa temperatura no solo enfría tu piel, es casi doloroso el golpeteo que provocan los chorros en su cuerpo, al menos los primeros porque los últimos son un poco más satisfactorios ¿Entonces por qué? Todo era por esa especie de autocastigo a la que se sometía. Era un aspecto ridículo de su personalidad y del que ella ni siquiera se detenía a pensar, aunque probablemente se debía a la necesidad de su subconsciente de castigarse por su mal actuar.
Usó uno de los vestidos que su madre compraba, elegantes y más femeninos de lo que le gustaba utilizar pero que era lo que correspondía a una chica como ella, de la casa y familia a la que pertenecía. Porque es claro, que Walburga siempre actuaba de forma independiente para el resto, rebelde para los suyos, no quería decir que fuera así. Solo era una faceta en su vida, ya que en el fondo era bastante tradicionalista y aunque se avergonzara de decirlo e voz alta, creía que la mujer tenía que vestir como a su compañero le agradara. Puso en sus pies, zapatos con un pequeño tacón y calcetas largas que desaparecían bajo su vestido, que lucía de un color amarillo claro. Ordenó su cabello de forma pareciera solo llegaba sus hombros y bajó a desayunar.
La mesa de las serpientes se encontraba vacía, solo estaban los chicos más pequeños que según el reglamente para las fiestas, debían ser de tercero hacia abajo. Sus ganas de compartir con ellos eran nulas por lo que dio un paso hacia atrás para volver a la sala común y esperar a alguna de sus tías o hermanos para desayunar, mas sus vista voló con rapidez a la casa de las águilas y la castaña que estaba ahí podía reconocerla de la noche anterior. “Estúpido baile” pensó para sí, por todo lo que había acontecido en él, pero como si un diablillo se posara en su hombro a susurrar cosas de la nada se tratase, las ganas de comer algo volvieron, junto con la sonrisa que adornó sus labios por primera vez en este día. Caminó segura hasta la chica y solo con un par de señas a unos niños los hizo moverse para sentarse a un lado de ella.
-Buenos días, ¿Lucinda verdad?- cuestionó como si no supiera el nombre de la chica. Mostrando esa sonrisa que realmente no le pertenecía pues parecía llena de buen humor y bondad –y este último atributo, estaba ausente en su carácter-. Se sirvió zumo de calabaza en un vaso limpio -Soy Walburga Black, bailaba con Abraxas anoche.- le expliqué para que me recordara. No era extraño que no supiera mi nombre, después de todo era un curso mayor que yo y su círculo de amigos dejaba mucho que desear.
Usó uno de los vestidos que su madre compraba, elegantes y más femeninos de lo que le gustaba utilizar pero que era lo que correspondía a una chica como ella, de la casa y familia a la que pertenecía. Porque es claro, que Walburga siempre actuaba de forma independiente para el resto, rebelde para los suyos, no quería decir que fuera así. Solo era una faceta en su vida, ya que en el fondo era bastante tradicionalista y aunque se avergonzara de decirlo e voz alta, creía que la mujer tenía que vestir como a su compañero le agradara. Puso en sus pies, zapatos con un pequeño tacón y calcetas largas que desaparecían bajo su vestido, que lucía de un color amarillo claro. Ordenó su cabello de forma pareciera solo llegaba sus hombros y bajó a desayunar.
La mesa de las serpientes se encontraba vacía, solo estaban los chicos más pequeños que según el reglamente para las fiestas, debían ser de tercero hacia abajo. Sus ganas de compartir con ellos eran nulas por lo que dio un paso hacia atrás para volver a la sala común y esperar a alguna de sus tías o hermanos para desayunar, mas sus vista voló con rapidez a la casa de las águilas y la castaña que estaba ahí podía reconocerla de la noche anterior. “Estúpido baile” pensó para sí, por todo lo que había acontecido en él, pero como si un diablillo se posara en su hombro a susurrar cosas de la nada se tratase, las ganas de comer algo volvieron, junto con la sonrisa que adornó sus labios por primera vez en este día. Caminó segura hasta la chica y solo con un par de señas a unos niños los hizo moverse para sentarse a un lado de ella.
-Buenos días, ¿Lucinda verdad?- cuestionó como si no supiera el nombre de la chica. Mostrando esa sonrisa que realmente no le pertenecía pues parecía llena de buen humor y bondad –y este último atributo, estaba ausente en su carácter-. Se sirvió zumo de calabaza en un vaso limpio -Soy Walburga Black, bailaba con Abraxas anoche.- le expliqué para que me recordara. No era extraño que no supiera mi nombre, después de todo era un curso mayor que yo y su círculo de amigos dejaba mucho que desear.
Re: Todo amanecer parece perdido (PRIVADO)
Una voz vino a interrumpir sus propios pensamientos y la saludó. Lucinda dejó la muchacha dentro del bol de cereales con leche y ladeó el rostro asintiendo ante la interrogante de su nombre. Sus ojos se posaron en una chica que conocía de vista. La había visto en las reuniones sociales a las que la solía llevar su madre. Y si no se equivocaba debía ser Slytherin, como casi todos los alumnos que participaban junto a sus padres en aquellos eventos.
La chica se presentó y dio aquel detalle de la noche anterior que provocó que Lucinda de inmediato llevara su mirada desde el rostro de la chica hacia su cabello. No era rubio, sino castaño. No era la chica rubia que Abraxas había estado mirando durante toda la velada, y aquel recuerdo nuevamente apretó algo en su corazón lo que la obligó a desviar su vista hacia el vaso de jugo que se había servido hace unos momentos-. Hola, Walburga- la saludó y tomó un sorbo del líquido. Lo volvió a dejar en la mesa y le sonrió de forma amistosa mientras sus ojos se volvían a posar en ella. Le pareció curiosa la forma de presentarse de aquella chica, pero ello le hacía suponer que sabía del compromiso de Abraxas y ella. Quizás no sería raro que todo el círculo social de su madre supiera algo como aquello. Señora Francesca era de la que gustaba de parlotear de asuntos como ese-. Abraxas baila bien, creo- musitó para no dejar que el incómodo silencio que amenazaba con cernirse sobre ella se quedara ahí-. La verdad es que no bailé mucho con él para afirmarlo, pero en los bailes suelen reservarle muchas piezas...- comentó pensando en algunos de los eventos aquellos que incluían baile, y también en la conversación que había tenido con Abraxas hace algunos días sobre aquel tema.
Tomó la cuchara y se llevó a la boca un poco de leche con cereales. No tenía hambre y sólo comía porque debía comer. El dulzor del cereal pasó desapercibido en su boca, y una vez tragó se vio obligada a cubrir sus labios con una mano mientras bostezaba abiertamente. Estaba cansada y podía sentir aquel cansancio en todo su cuerpo. Era probable que después de comer volviera a dormir. No había nada que un buen sueño no recuperara-. ¿Lo pasaste bien anoche?- preguntó sin curiosidad y sólo por decir algo. Si aquella chica se había ido acercarle a hablarle tampoco era la idea parecer antipática. Y aunque Lucinda no se había levantado aquel día con ánimo de nada, menos aún de conversar, miró a Walburga y le sonrió esperando su respuesta.
La chica se presentó y dio aquel detalle de la noche anterior que provocó que Lucinda de inmediato llevara su mirada desde el rostro de la chica hacia su cabello. No era rubio, sino castaño. No era la chica rubia que Abraxas había estado mirando durante toda la velada, y aquel recuerdo nuevamente apretó algo en su corazón lo que la obligó a desviar su vista hacia el vaso de jugo que se había servido hace unos momentos-. Hola, Walburga- la saludó y tomó un sorbo del líquido. Lo volvió a dejar en la mesa y le sonrió de forma amistosa mientras sus ojos se volvían a posar en ella. Le pareció curiosa la forma de presentarse de aquella chica, pero ello le hacía suponer que sabía del compromiso de Abraxas y ella. Quizás no sería raro que todo el círculo social de su madre supiera algo como aquello. Señora Francesca era de la que gustaba de parlotear de asuntos como ese-. Abraxas baila bien, creo- musitó para no dejar que el incómodo silencio que amenazaba con cernirse sobre ella se quedara ahí-. La verdad es que no bailé mucho con él para afirmarlo, pero en los bailes suelen reservarle muchas piezas...- comentó pensando en algunos de los eventos aquellos que incluían baile, y también en la conversación que había tenido con Abraxas hace algunos días sobre aquel tema.
Tomó la cuchara y se llevó a la boca un poco de leche con cereales. No tenía hambre y sólo comía porque debía comer. El dulzor del cereal pasó desapercibido en su boca, y una vez tragó se vio obligada a cubrir sus labios con una mano mientras bostezaba abiertamente. Estaba cansada y podía sentir aquel cansancio en todo su cuerpo. Era probable que después de comer volviera a dormir. No había nada que un buen sueño no recuperara-. ¿Lo pasaste bien anoche?- preguntó sin curiosidad y sólo por decir algo. Si aquella chica se había ido acercarle a hablarle tampoco era la idea parecer antipática. Y aunque Lucinda no se había levantado aquel día con ánimo de nada, menos aún de conversar, miró a Walburga y le sonrió esperando su respuesta.
Lucinda Scalovix- Ravenclaw
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Fecha de inscripción : 01/04/2013
Re: Todo amanecer parece perdido (PRIVADO)
Se sentó en aquellas incómodas bancas que tenían para desayunar, junto a la peli oscura. Con la espalda recta y la barbilla alzada, por muy informal que intentase verse en ocasiones había mañas que simplemente no se quitaban ni con el tiempo. Sus manos se movían con normalidad, sus dedos finos eran probablemente la única pieza de su cuerpo que podían considerarse torpes, por eso es que jamás había aprendido a tocar el arpa o alguno de esos instrumentos que algunas féminas de su familia podía jactarse de conocer y dominar -si, es un gran bailarín. Aunque como muchos del círculo- agregué quitándole importancia a eso, hablando con confianza del rubio pues mi familia le conocía hace años y casi podía verlo con un Black -casi-. Conocerlo desde hace tanto provocaba que al menos Wal –que había sido criada con dos chicos- lo viera como un idiota más al que sus tías intentaban impresionar y por ende, un idiota mas al que podía molestar. Ahora, la razón principal por la que estaba aquí era por su actitud el día de ayer, es cierto que sus intenciones nunca fueron buenas al sacarlo a bailar pero sus palabras de reprensión le habían molestado y necesitaba hacerle recordar que con la menor de las Black no podía meterse sin esperar una réplica.
-Así vi, te fuiste pronto tras ese chico- respondió sin estar segura de lo que decía, ya que solo en algún fugaz momento había visto a Abraxas quedar solo y ver el vestido de la chica salir del Gran Comedor. Untó un par de tostadas con la naturalidad de siempre, como si estuviera en su propia mesa, casi apoderándome de esta -Pero como su prometida, los bailes te pertenecían. Fue muy imprudente al invitar a Dorea- y el trabajo comenzaba, no es que odiara a esta chica, mas bien no le importaba en absoluto, esas juntas y amistades que le veía no eran las correctas pero por ahora, mejor se callaba esas apreciaciones -Si, fue un buen baile. Me hubiese agradado disfrutarlo más en la pista- contó como confidencia -pero debes conocer al tipo de hombres con el que me rodeo, y no son especialmente divertidos- ese comentario no era propio de su persona, no con chicas como Lucinda, pero lo había hecho para destacar dos asuntos. El primero de ellos era dejando entre ver que Lucinda era de su entorno y que debía estar con más personas como ella y no inmundos mestizos como ese McGonagall o traidores a la sangre como esa gata desteñida con poca gracia; y en segundo lugar, lo dijo para dar un ambiente un poco mas intimo, confesando algo que no debía ser en público para quitar esa tensión que podría haberse producido.
Movió su cabeza, para que su cabello se moviera un poco y no se viera tan arreglado. Mordió una tostada y con su pulgar limpió cualquier rastro de miga que pudo quedar. -Espero que no estés molesta con mi Do. Estoy casi segura, de que no sabe de tu compromiso. Aunque es extraño, dado nuestro entorno- menciona mirándola de lado, moviéndose en su asiento para poder observarla a los ojos, la seguridad de Walburga le permitía hacer eso cpn otros aun cuando mentía, exceptuando a una persona, solo una y en este momento no era alguien a quien quería recordar. -Pero bueno, debo decir que yo estaría molesta en tu lugar. Después de todo lo que se traen esos dos.- no permitió pudiera contestar antes de agregar aquello, la idea era incentivar a que ella se preocupara por su compromiso, hiciese o comentase algo a Abraxas luego -Abraxas me matará si sabe que estoy hablando contigo ¿te has dado cuenta que te mantiene aparte de nosotros?- cuestionó alzando ambas cejas y colocando una mueca en sus labios, dejando claro que no estaba de acuerdo con ello.
-Así vi, te fuiste pronto tras ese chico- respondió sin estar segura de lo que decía, ya que solo en algún fugaz momento había visto a Abraxas quedar solo y ver el vestido de la chica salir del Gran Comedor. Untó un par de tostadas con la naturalidad de siempre, como si estuviera en su propia mesa, casi apoderándome de esta -Pero como su prometida, los bailes te pertenecían. Fue muy imprudente al invitar a Dorea- y el trabajo comenzaba, no es que odiara a esta chica, mas bien no le importaba en absoluto, esas juntas y amistades que le veía no eran las correctas pero por ahora, mejor se callaba esas apreciaciones -Si, fue un buen baile. Me hubiese agradado disfrutarlo más en la pista- contó como confidencia -pero debes conocer al tipo de hombres con el que me rodeo, y no son especialmente divertidos- ese comentario no era propio de su persona, no con chicas como Lucinda, pero lo había hecho para destacar dos asuntos. El primero de ellos era dejando entre ver que Lucinda era de su entorno y que debía estar con más personas como ella y no inmundos mestizos como ese McGonagall o traidores a la sangre como esa gata desteñida con poca gracia; y en segundo lugar, lo dijo para dar un ambiente un poco mas intimo, confesando algo que no debía ser en público para quitar esa tensión que podría haberse producido.
Movió su cabeza, para que su cabello se moviera un poco y no se viera tan arreglado. Mordió una tostada y con su pulgar limpió cualquier rastro de miga que pudo quedar. -Espero que no estés molesta con mi Do. Estoy casi segura, de que no sabe de tu compromiso. Aunque es extraño, dado nuestro entorno- menciona mirándola de lado, moviéndose en su asiento para poder observarla a los ojos, la seguridad de Walburga le permitía hacer eso cpn otros aun cuando mentía, exceptuando a una persona, solo una y en este momento no era alguien a quien quería recordar. -Pero bueno, debo decir que yo estaría molesta en tu lugar. Después de todo lo que se traen esos dos.- no permitió pudiera contestar antes de agregar aquello, la idea era incentivar a que ella se preocupara por su compromiso, hiciese o comentase algo a Abraxas luego -Abraxas me matará si sabe que estoy hablando contigo ¿te has dado cuenta que te mantiene aparte de nosotros?- cuestionó alzando ambas cejas y colocando una mueca en sus labios, dejando claro que no estaba de acuerdo con ello.
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