Antes de Vacaciones siempre todo tiene un comienzo {Familia Black}

Me removí en la cama, intentando ocultar mi rostro de los rayos de luz que se colaron por la ventana de la mansión. No, no quería levantarme aun, la idea de tener mi casa llena de familia no me agradaba del todo, mas eran ideas que no se escapaban de mis labios, no como salían mis ideales -ama Walburga, ama Black dice que tiene veinte minutos para el desayuno- dijo la criatura que apareció en su cuarto, mirando temerosa hacia mi dirección, con sus enormes orejas moviéndose producto de la aparición. La observé de mala forma, pero no la insulté, después de todo si madre llamaba de esa forma era una sentencia mas que otra cosa. Agarré mi almohada y se la lancé al elfo -¡vete de aquí, Kreacher!- exclamé con voz de pocos amigos, sin notar como desaparecía antes de que el cojín pudiera tocarlo. Me levanté rápidamente, duche, perfumé y vestí.

Bajé a desayunar llegando justo a tiempo para no quedar fuera de la mesa. Entre charlas de adultos y comentarios de como debíamos comportarnos en la tarde, la comida se pasó y cada uno siguió en lo suyo. Me perdí de la vista de mi familia y me encerré en la habitación hasta la tarde. Estaba ansiosa y se podía notar en mis acciones, algo torpe y más callada de lo habitual. Y es que este año eran los TIMOS y la sensación de estar en quinto curso era tan atractiva que no podía evitar estar nerviosa. Además, negar que extrañaba las planificaciones o ideas de Riddle era una reverenda mentira. Porque claro que no lo había visto, mis padres ignoraban todo lo que tenía que ver con el muchacho puesto que si llegaban a enterarse del pasado tan difuso del joven, prohibirían que nos juntásemos con él, al menos a mí, siendo chica debía mantener cierta distancia con los chicos –aunque nunca haya hecho caso a esa orden-. Entonces mantenía a cuidado el tema de Tom aun, ya llegaría el momento de presentarlo ante mis padres como un buen amigo y conquistar también sus ideales con ello, porque en eso estaba segura; Tom seducía a quien fuese con sus palabras.

Kreacher volvió a fastidiarme para pedirme que me arreglara si era necesario porque el resto debería estar por llegar. Esta vez ni siquiera me molesté en mirarlo, cerré mi diario guardándolo bajo mi cama y abandoné mi cuarto corriendo por las escaleras, sin cambiarme de ropa pues no era algo que me preocupada en este momento. Entré en el salón donde se encontraba Cygnus y me senté en el suelo mirando el fuego -¿Sabes si han invitado a Druella?- cuestioné mirándole de reojo, con una media sonrisa burlona, con toda la intención de molestarlo con la chica o decir algo que le desagrade.

Sonreí divertida por la explicación que daba de Druella, la chica en si no me molestaba, para nada. De hecho sería mi cuñada y a veces parecía realmente intentarlo conmigo, aun cuando decía algunas cosas desagradables. Vi esa expresión de decepción hacia mi persona y mi sonrisa solo podía ampliarse ¿de verdad ellos pensaban que quería ser una muñeca más en la familia Black? Que ridículos en siquiera imaginarlo, estúpidos, ese carácter machista de los míos era lo único que me desagradaba. Respecto a mi comportamiento, solo podía decir que tenia quince años, ni podía ir por ahí comportándome como mi madre, no cuando ella valoraba tanto la sumisión de una mujer; porque no mencionar también, que aun cuando yo me mostraba infantil, realmente no lo era ¿Por qué pensaba en ello? Porque los oía, todos los días decir de lo decepcionante que era tener un carácter tan fuerte y molesto como el mío, debían admitir que les ganaba en madurez a todos cuando se trataba de hablar en serio, todos ellos perdían la cabeza en tonterías y no se enfocaban en lo que verdaderamente importaba. Relamí mis labios dispuesta a seguir hablando, pero con la cabeza aun ocupada ¿tan bajas y nulas eran sus decepciones? Un Black era un ser fuerte, decepción debía sentir por nuestro ex-tio abuelo Phineas.

Lo escuché preguntar por Orion y me encogí de hombros, escuchando los pasos de mi primo acercarse hasta nosotros. Sin alcanzar a responder en voz alta por su presencia, pero si alcanzando a deslizar mi índice por mi cuello, de un lado a otro intentando decir que estaba muerto para mí, no porque me molestara o algo, sino porque realmente era un ser inerte en mi existencia, tan poco apasionado por todo que se extinguía con facilidad frente a alguien de un carácter fuerte como el mio. Todo esto sin que él se alcanzara a dar cuenta por supuesto. -¿Desde cuándo nos incluyen en las conversaciones importantes?- respondí a mi primo sin mirarle y alisando mi vestido de arrugas que no existían, dejando otra interrogante ante la suya, pero que perfectamente calzaba como respuesta. Me refería obviamente al tema de la sangre, el protocolo era muy estricto en esta casa y nosotros, los ‘niños’ no nos metíamos en las conversaciones de los adultos. Así como tampoco una señorita como yo se sentaba en una almohada en el suelo, solo por eso me levanté coincidiendo con la llegada de mi querida Ella.

Me acerqué a Ella y dejé que me abrazara solo por tratarse de su persona, ya que yo evitaba tal expresión de afecto de casi todo el mundo. -Muy bien, a decir verdad - respondí observándola divertida y volteando a Cygnus solo un segundo, aquel justamente donde ella lo ignoraba. -Y no digas tonterías, ya quisiera yo estar hablando de aquellos asuntos con los mayores - aclaré sonriendo medianamente ante esa idea ¿era demasiado soñar con un trato igualitario? Si, era una chica, de vestidos y peinados como todas mis tias o primas como quisieran decirles, pero tenia cabeza, y me gustaba utilizarla. Me senté a un lado de mi hermano para hacerle compañía, esa era mi forma de demostrar afecto, no otra, yo no daba besos abrazos a todo el mundo, me limitaba a la compañía y tal vez un par de palabras de aliento -¿han venido solos? - cuestioné de pronto, olvidando preguntar antes, para saber si existía alguna excusa de acompañar a los adultos.