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Gran Bretaña, 1945 El Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería de nueva cuenta abre sus puertas para todas aquellas mentes emocionadas y expectantes de las maravillas de un nuevo año escolar. Amigos que no se han visto desde hace tiempo, queridos profesores de caras sonrientes y exigencias de un nuevo curso escolar, todo pareciera estar perfectamente calculado, todo esta planeado y se pronostica, que aquel año escolar será uno de los más anhelados y aceptados por los estudiantes. Pero no todo es lo que parece y ciertamente el plan de cierto grupo de estudiantes no es precisamente pasar sus últimos años en el colegio de manera pacífica, ellos quieren causar un cambio, quieren una revolución, quieren iniciar la diferencia en su mundo y no precisamente de la manera correcta ni por los motivos idóneos. Tom Riddle extrañamente comienza a mostrar maneras mucho más encantadoras que las del extraño chico que se conoció de primer a quinto curso, se le nota más seguro, constante y decido, sus palabras suaves como el susurro de una serpiente han comenzado a cautivar a la casa de Slytherin, prometiendo poderes y riquezas inimaginables sencillamente por participar como bulto en su movimiento revolucionario, la prudencia nunca se ha dado con las serpientes y cuando el poder se menciona y la pureza de una casta sale a relucir, casi nadie está dispuesto a negarse.
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Entre plantas & estornudos || Dorea
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Entre plantas & estornudos || Dorea
Pensé que no volvería a pisar este sitio desde que dejé Herbología por obvias razones. Ya vale, ¿qué hago aquí? Me preguntaba una y otra vez mientras caminaba por el invernadero, y es que, resulta que estar en este sitio es lo más tonto que podría hacer. Desde pequeña había tenido una alergia muy marcada para con las plantas, todo tipo de polen me causaba un salpullido terrible, aunque ahora esos síntomas han disminuido gracias a la enfermera que me da una poción para ella. Sin embargo, aún así me habían pedido que me mantuviese lo más lejos posible de ese lugar, lo único que me provocaban era una comezón en la nariz y estornudos a todas horas. Pero bueno, ¿por qué precisamente me encontraba acá? Pues es algo muy complicado de explicar.
Hacía algunas semanas que al ir a Hogsmeade me había cautivado una rara flor que una señora estaba vendiendo, era realmente hermosa y no pude más que comprarla. Una estupidez, claro, fue lo que me dije a mí misma puesto que tenerlo en mi habitación habría supuesto una muerte lenta y dolorosa para mí, bueno, no exactamente pues podía tomar la poción, sin embargo obviamente la enfermera no accedió a darme un poco de ella todos los días. Así que pedí permiso para dejarla en el Invernadero, era tonto, pero a cambio de ello aceptaron dármela cada cuatro días para que pudiese cuidar mi planta yo misma. En un inicio querían que la enviase a casa, definitivamente me alegraba saber como convencer a las personas, bastó con decir que me haría responsable de ella y que no quería dejarles una responsabilidad que yo podía asumir a mis padres, el papel de niña condescendiente me fue bastante útil.
Y bueno, ahora estaba aquí, cortando las hojas de mi flor, poniendo agua, abono y cortando la hierba que le crecía alrededor, estar en un lugar tan húmedo. Shts. Sí, eso también estaba pasando, no podía cesar de estornudar y aquello me tenía muy molesta, esperaba poder salir de acá pronto. Ah, sobre todo la peor situación de mi linda florecilla era que se expandía cuan maleza, era hermosa pero su reproducción era demasiado rápida, tenía suerte de que a la profesora de Herbología le pareciese interesante y no hubiese mandado a mi pobre planta a "infectar" el bosque prohibido, lo malo del asunto era que yo debía hacerme cargo de cada una de ellas, que se distribuían por todo el largo de las paredes y algunas del techo. Estúpida planta, serás hermosa, pero me arrepiento de haberte adquirido. Shts.
Hacía algunas semanas que al ir a Hogsmeade me había cautivado una rara flor que una señora estaba vendiendo, era realmente hermosa y no pude más que comprarla. Una estupidez, claro, fue lo que me dije a mí misma puesto que tenerlo en mi habitación habría supuesto una muerte lenta y dolorosa para mí, bueno, no exactamente pues podía tomar la poción, sin embargo obviamente la enfermera no accedió a darme un poco de ella todos los días. Así que pedí permiso para dejarla en el Invernadero, era tonto, pero a cambio de ello aceptaron dármela cada cuatro días para que pudiese cuidar mi planta yo misma. En un inicio querían que la enviase a casa, definitivamente me alegraba saber como convencer a las personas, bastó con decir que me haría responsable de ella y que no quería dejarles una responsabilidad que yo podía asumir a mis padres, el papel de niña condescendiente me fue bastante útil.
Y bueno, ahora estaba aquí, cortando las hojas de mi flor, poniendo agua, abono y cortando la hierba que le crecía alrededor, estar en un lugar tan húmedo. Shts. Sí, eso también estaba pasando, no podía cesar de estornudar y aquello me tenía muy molesta, esperaba poder salir de acá pronto. Ah, sobre todo la peor situación de mi linda florecilla era que se expandía cuan maleza, era hermosa pero su reproducción era demasiado rápida, tenía suerte de que a la profesora de Herbología le pareciese interesante y no hubiese mandado a mi pobre planta a "infectar" el bosque prohibido, lo malo del asunto era que yo debía hacerme cargo de cada una de ellas, que se distribuían por todo el largo de las paredes y algunas del techo. Estúpida planta, serás hermosa, pero me arrepiento de haberte adquirido. Shts.
Druella K. Rosier- Slytherin
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Fecha de inscripción : 28/03/2013
Edad : 28
Re: Entre plantas & estornudos || Dorea
Se despidió de Charlus con una sonrisa cómplice y un suave beso en los labios al tiempo que se alejaba de manera rápida en dirección al invernadero, necesitaba ver ciertas propiedades de alguna de las plantas que se encontraban para poder realizar la tarea correspondiente asignada para la próxima semana, Dorea siempre había sido un reloj suizo en cuestión de tareas y ahora que tenía una relación informal y completamente confidencial no podía darse el lujo de descuidar las asignaturas a pesar de estar completamente enamorada de Potter, sería demasiado sospechoso y poco inteligente de su parte, no estaba lista para contarlo públicamente, en realidad dudaba si en algún momento lo estaría dadas las circunstancias en las que se encontraban a aquellas alturas, el purismo estaba en su nivel más alto dentro del colegio aunque no de manera pública y a decir verdad sabía de sobra que Charlus y su pandilla estarían dispuestos a actuar de un día para otro.
Se recogió la cabellera rubia en un moño un tanto despeinado mientras continuaba su camino completamente atolondrada hacía el invernadero, no era un lugar que le gustara demasiado, ni siquiera era agradable en las clases sin importar que tuviera a cierto Gryffindor justo al frente dedicándole sonrisas pícaras y guiños discretos, pero tenía que cumplir si no quería terminar con una mala nota debido a su poco interés, que ya le había pasado en anteriores ocasiones, una y otra vez su calificación había sido insuficiente y que aquel profesor que le tenía cierto desprecio a las serpientes no se cansaba de decirlo una y otra vez, frunció el ceño al recordarlo mientras continuaba su camino sin prisa alguna, sin deseo de llegar todavía a aquel tortuoso lugar y con la idea de recolectar los datos y salir lo más pronto posible de la situación, la tierra y Dorea no eran aliadas y posiblemente nunca lo serían, demasiado desastre para poder manejar completamente, su madre siempre le había prohibido jugar afuera y si lo hacía era con sumo cuidado para no manchar los zapatos, por lo cual la joven no le tenía ni un mínimo de aprecio a todo lo que fuera en exteriores, implicara el ensuciarse o algo rudo, por lo cual el Quidditch y las clases de Herbología estaban completamente fuera de su rango de tolerancia.
Dorea esperaba que el invernadero se encontrara vacío, que no hubiera ni un alma por allí y pudiera hacer su tarea en completa paz y tranquilidad, aunque claro que aquella persona que había llegado antes que ella no era ni por asomo molesta, si no más bien un alivio esperado, una sonrisa se formó en sus labios mientras a pasos silenciosos se acercaba a Druella con las manos detrás del vestido y el cabello ocultando las marcas de su cuello que comenzaban a tornarse rojizas, ya se encargaría de tratar aquel asuntos con Charlus luego, no podía dejar que la necesidad que se sentían mutuamente acabara siempre de aquella manera, ni siquiera era una época prudente para las mascadas, no tenía opciones para ocultarlo a no ser que se cubriera el cuello con la cabellera rubia día y noche, esa era una verdadera molestia.
— Hola Ella ¿Que te trae por aquí? — una suave sonrisa salió de sus labios al tiempo que la miraba de arriba a abajo con una mirada alegre reflejada en su mirar — La última vez que supe, odiabas los lugares que involucraran tierra y suciedad — finalizó con una carcajada.
Se recogió la cabellera rubia en un moño un tanto despeinado mientras continuaba su camino completamente atolondrada hacía el invernadero, no era un lugar que le gustara demasiado, ni siquiera era agradable en las clases sin importar que tuviera a cierto Gryffindor justo al frente dedicándole sonrisas pícaras y guiños discretos, pero tenía que cumplir si no quería terminar con una mala nota debido a su poco interés, que ya le había pasado en anteriores ocasiones, una y otra vez su calificación había sido insuficiente y que aquel profesor que le tenía cierto desprecio a las serpientes no se cansaba de decirlo una y otra vez, frunció el ceño al recordarlo mientras continuaba su camino sin prisa alguna, sin deseo de llegar todavía a aquel tortuoso lugar y con la idea de recolectar los datos y salir lo más pronto posible de la situación, la tierra y Dorea no eran aliadas y posiblemente nunca lo serían, demasiado desastre para poder manejar completamente, su madre siempre le había prohibido jugar afuera y si lo hacía era con sumo cuidado para no manchar los zapatos, por lo cual la joven no le tenía ni un mínimo de aprecio a todo lo que fuera en exteriores, implicara el ensuciarse o algo rudo, por lo cual el Quidditch y las clases de Herbología estaban completamente fuera de su rango de tolerancia.
Dorea esperaba que el invernadero se encontrara vacío, que no hubiera ni un alma por allí y pudiera hacer su tarea en completa paz y tranquilidad, aunque claro que aquella persona que había llegado antes que ella no era ni por asomo molesta, si no más bien un alivio esperado, una sonrisa se formó en sus labios mientras a pasos silenciosos se acercaba a Druella con las manos detrás del vestido y el cabello ocultando las marcas de su cuello que comenzaban a tornarse rojizas, ya se encargaría de tratar aquel asuntos con Charlus luego, no podía dejar que la necesidad que se sentían mutuamente acabara siempre de aquella manera, ni siquiera era una época prudente para las mascadas, no tenía opciones para ocultarlo a no ser que se cubriera el cuello con la cabellera rubia día y noche, esa era una verdadera molestia.
— Hola Ella ¿Que te trae por aquí? — una suave sonrisa salió de sus labios al tiempo que la miraba de arriba a abajo con una mirada alegre reflejada en su mirar — La última vez que supe, odiabas los lugares que involucraran tierra y suciedad — finalizó con una carcajada.
Dorea G. Black- Slytherin
- Mensajes : 133
Galeones : 86447
Fecha de inscripción : 28/01/2013
Edad : 29
Re: Entre plantas & estornudos || Dorea
Estar rodeada de plantas y tierra no era mi elección favorita de un lugar para estar, definitivamente odiaba el ambiente tan húmedo que estas provocaban y mi alergia no ayudaba de mucho. Pensé que cuidar una pequeña flor no sería problema, pero que la flor se convirtiese en un bosque completo fue lo que terminó complicándolo todo. Mi cabello estaba revuelto, mi rostro manchado de tierra y mejor no hablar de mi ropa, las manos me dolían, la cabeza me daba vueltas y los estornudos no cesaban, que horrible aspecto tendría seguramente en ese momento. Por dentro imploré que Cygnus no apareciese de improviso como solía hacerlo, pues tenía un singular don para aparecer en el momento menos indicado, o alguno que me resultase especialmente vergonzoso.
Justo estaba cortando la rama de una de las flores cuando escuché unos pasos tras de mí, me rehusé a mirar pues temía que mis pensamientos hubiesen atraído a quien menos esperaba. Tomé aire tratando de tranquilizarme y acomodé mi cabello - no sé que esperaba con ello, puesto que seguramente no mejoraría mi aspecto- Una voz me sacó de ese remolino de pensamientos que daban cabida en mi mente, reconocería esa risa en cualquier sitio. Rodé los ojos y me volví, con una mirada de reproche, hacia ella - Dorea, no te burles - rogué con voz fatigada y me recargué en la pared, estaba agotada tanto física como mentalmente y sólo quería ir a tomar una buena ducha con agua caliente, resoplé - Aunque tampoco es que particularmente a ti te encante estar por este sitio - le rebatí, pues sabía que a ambas cualquier cosa que tuviese relación con trabajo físico estaba lejos de estar dentro de nuestras actividades favoritas.
Conocía a Dorea como la palma de mi mano, cada gesto, cada gusto, cada disgusto; era por ello que nos convertimos en mejores amigas, sobre todo porque nuestra forma de ser era igual y diferente a la vez, de lo que una carecía, la otra lo complementaba: éramos el dúo perfecto. Sonreí al mirarla, con esa sonrisa que siempre me dedicaba pero noté algo diferente, no era la misma mirada de siempre y apostaría por ello; alcé una ceja observándole, quizá sólo era el cansancio que me provocaba alteraciones en mi visión pero, ¿qué tal si no lo era? ¿Qué cosa podría hacer que su mirada expresase algo así? - Dorea, dime si me equivoco pero... -hice una pausa y ladeé mi cabeza - ¿has conocido a alguien? - sabía que no sólo tendría que ser un chico, pero no estaba de más preguntar, quizá la pregunta más apropiada hubiese sido si algo le pasaba pero no me gustaba andarme con rodeos, las cosas debía decirse como eran, sin más ni menos.
Druella K. Rosier- Slytherin
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