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Gran Bretaña, 1945 El Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería de nueva cuenta abre sus puertas para todas aquellas mentes emocionadas y expectantes de las maravillas de un nuevo año escolar. Amigos que no se han visto desde hace tiempo, queridos profesores de caras sonrientes y exigencias de un nuevo curso escolar, todo pareciera estar perfectamente calculado, todo esta planeado y se pronostica, que aquel año escolar será uno de los más anhelados y aceptados por los estudiantes. Pero no todo es lo que parece y ciertamente el plan de cierto grupo de estudiantes no es precisamente pasar sus últimos años en el colegio de manera pacífica, ellos quieren causar un cambio, quieren una revolución, quieren iniciar la diferencia en su mundo y no precisamente de la manera correcta ni por los motivos idóneos. Tom Riddle extrañamente comienza a mostrar maneras mucho más encantadoras que las del extraño chico que se conoció de primer a quinto curso, se le nota más seguro, constante y decido, sus palabras suaves como el susurro de una serpiente han comenzado a cautivar a la casa de Slytherin, prometiendo poderes y riquezas inimaginables sencillamente por participar como bulto en su movimiento revolucionario, la prudencia nunca se ha dado con las serpientes y cuando el poder se menciona y la pureza de una casta sale a relucir, casi nadie está dispuesto a negarse.





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Mensaje por Iana L. Hayes Lun Abr 15, 2013 5:10 pm



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Era viernes, mediodía. El atardecer se asomaba y en el cielo ya se veía la silueta de la luna algo difusa. Dentro de unas pocas horas estaría la sala común de Hufflepuff, como todos los fines de semana. Todos los deberes estaban hechos y los exámenes estudiados. Tenía un hueco de tiempo libre ahí en la tarde que no podía llenar con nada. Aparentemente, no sabía dónde estaba Liuhan, me gustaba pasar el tiempo con él, sobretodo porque estaba confusa en lo que sentía por él, además de que desde que nos habíamos vuelto a juntar después de Charlus y yo rompiéramos, no quería separarme de él, porque no quería volver a perder a mi mejor amigo, no ahora, porque nuestra relación, era la mejor. Siempre habíamos sido muy unidos desde el día en que nos encontramos en el tren en el primer año de curso, desde aquel momento supe que él sería mi mejor amigo, aunque nunca pensé que mis sentimientos hacia él cambiarían, como lo habían hecho, aunque ¿para qué mentir? No me molestaba en absoluto.

Buscando paz, tranquilidad y algo de evasión, salí del colegio y comencé a andar por los jardines. Se formaban algunos grupitos que reían y se divertían sentados en círculo en la húmeda hierba. Mis sandalias de unos pocos centímetros de tacón se hundían en el barro, había llovido el día anterior. El sonido de sus risas me ponía nerviosa y busqué algún lugar donde poderme refugiar, donde poder estar sola. Cuando estaba pensando en que podía hacer “Las Divinas”, mis dos mejores amigas, se me tiraron encima, la verdad es que no me lo esperaba y por eso, acabamos las tres rodando por los jardines, riendo como locas, la verdad es que en aquellos momentos, pocas personas podían molestarme y ellas eran una de ellas, ellas junto con Liuhan y mis hermanos, eran una de las pocas personas que me podía molestar cuando quería estar sola. Les dije que querían, lo único me dijeron es que sabían que quería estar sola, pero la profesora de Herbologia me quería ver. Trague saliva, cada vez que me decían que un profesor me quería ver, se me hacia un nudo en el estomago, yo era una buena estudiante y pocas veces me metía en problemas. ¿Por qué a mí? Pero normalmente, no era nada malo, así que las abrace dándoles un beso en la mejilla y fui hacia los invernaderos.

Seguí andando por los jardines que parecían interminables, hasta que mis ojos se encontraron con el gran invernadero que se alzaba detrás de un montón de árboles. Me dispuse a entrar y abrí la puerta con cuidado, asegurándome de no molestar a la profesora. Ella me había visto y sonrió, me dijo que sabía que me gustaba la herbologia y a mi solo hizo que salirme una sonrisa tímida, asintiendo con la cabeza con dulzura. Me pidió que mientras ella arreglaba unas cosas con los profesores, me encargara de cuidar las plantas. Asentí de inmediato y me quede sola. Por fin lo que buscaba. El silencio reinaba en el interior del lugar. Me acerque primero al parterre, este tenía un lazo del diablo, era una planta peligrosa cuando era muy grande, la había estado estudiando en primero y sabia como había de combatirla. Lo que yo no sabía, es que la noticia de que la profesora me había llamado, había corrido como la pólvora por el colegio y poco después todos ya sabían que la profesora me había llamado. Las malas lenguas, habían hecho corrido el rumor de que me iban a expulsar del colegio y que estaba en los invernaderos, llorando por tener que irme de aquel colegio.

Pero nada de eso era verdad, pero había gente en el colegio que no me soportaba por ser hija de muggles y por ser capaz de contestarles cuando se metían conmigo. Mientras estaba sola en los invernaderos, cogí la regadera y me acerque al lazo del diablo. La regué un poco viendo como se retorcía para tener todo el agua que le daba y me la quede mirando, metiéndome en mi propio mundo, mirándola sin parar, olvidándome de todo a mi alrededor.






Última edición por Iana L. Hayes el Mar Abr 16, 2013 12:09 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Liuhan Rosemberg Lun Abr 15, 2013 8:02 pm

Como era de costumbre, Liuhan estaba en la luna por quinta vez en el día, no prestándole demasiada atención al muchacho de su misma casa pero de un curso inferior, que le hablaba sin cesar mientras él fingía que leía un libro del cual no estaba consciente ni de lo que informaba. El muchacho era un nacido de muggles, el cual se había emocionado bastante en cuanto reconoció quién era Liuhan, por lo que no había parado de decirle que siempre había querido estrechar su mano desde que había escuchado el sonido apasionante de su violín a través de una emisora de radio que aún seguía vigente, sobre todo durante los veranos, donde él estaba en la mansión de su padre recibiendo clases de todo un poco. El joven de rasgos asiáticos, de un momento a otro pegó un respingo que casi lo hizo caer de su silla, así como también pareció asustar a media biblioteca, pero luego, éste pasó desapercibido tan rápido como lo habían notado. Para nadie era un secreto que el Hufflepuff era bastante torpe a cualquier hora del día, sin embargo, la sacudida no lo había causado la sensación de caída mientras mecía su silla de atrás hacia delante, sino la repentina imagen de una Iana sonriente paseándose de un lado a otro en su cabeza. «¿Qué estará haciendo An?», se preguntó sin tener ningún indicio de respuesta a su pregunta. Chasqueó la lengua con un poco de impotencia y se pasó las manos con vehemencia por su oscuro cabello, todo bajo la atenta mirada aparentemente estupefacta de su acompañante.

¿Te sientes bien?”, lo escuchó preguntar por lo bajo, casi con miedo de que Liuhan empezara a gritarle que se fuera por donde había venido por ser tan fastidioso, pero, el chico no estaba más lejos de tener aquel comportamiento. Él comprendía la admiración que sentía hacia su persona por la dedicación con la que parecía tocar su instrumento favorito, lo tenía tan claro como que él admiraba con ímpetu a Glenn Miller a pesar de que había muerto hacía casi un año atrás. Liuhan le hizo un movimiento descuidado con la mano, indicándole que si bien no le importunaba, prefería irse a tomar aire a un lugar donde hubiese muchas plantas, al menos eso pareció entender el chico, pues se levantó como un resorte y salió casi corriendo de allí, bajo las miradas de los alumnos de distintas casas. Un par de Slytherin dejaron escapar risas estridentes y el pelinegro se levantó casi con furia al escuchar aquello, más no dijo nada, solamente salió desajustando un poco su corbata y apretando la varita entre sus dedos, dejando atrás los pesados libros sobre el mesón bajo las quejas de la bibliotecaria. Quería buscar a An donde quisiera que estuviese, el repentino pensamiento sobre ella le había dejado con ganas de ver su lindo rostro sonriente, aunque nunca le sonreiría como él quisiera.

En el camino hacia las bodegas, donde se ubicaba su sala común, se encontró con dos amigas de su compañera de casa, las cuales le dijeron dónde se encontraba ella y le miraron como si supieran algo que él ni por enterado, por lo que se preguntó que si querer verla se le notaba demasiado en la cara, o si llevaba un cartel con letras brillantes que lo dijera. Daba igual, solamente quería encontrarla, pues estar con ella le daba una especie de tranquilidad que no podría obtener solo. Apurando el paso hasta el punto de estar casi corriendo, llegó a los solitarios invernaderos con la respiración un poco entrecortada mientras sus ojos curiosos, divagaban por diversos lugares de la estancia hasta que se posaron en una silueta femenina. Su respiración pareció cortarse y por un momento, casi pudo jurar que se quedó sin habla y sin otra visión que no fuese ella ante sus ojos. Tragando grueso, pareció cerrar la caja de pandora bajo siete candados y se enderezó para caminar hacia ella, dando la sensación de que no pasaba absolutamente nada.

Que bueno verte cuidando las plantas. La profesora no pudo dejar a alguien mejor a cargo— fue lo que dijo, acercándose con lentitud hacia ella mientras mantenía una sonrisa un poco tímida en la cara, sin embargo, mientras más cerca estaba, aquella mueca de sus labios iba haciéndose cada vez más auténtica. Era imposible no sentir esa seguridad que ella despedía cada dos por tres.
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Mensaje por Iana L. Hayes Mar Abr 16, 2013 12:47 pm



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Después de pasarme unos minutes admirando aquella planta, tan preciosa como letal, empecé a acariciar sus pequeñas ramas que pronto serian tan grandes que deberían ser trasladadas a otro sitio. Siempre me había preguntado a donde llevaban los lazos del diablo cuando se hacían más grandes, años después me respondí la respuesta yo misma, pensé que los llevaban al bosque prohibido donde no podían hacer daño a ningún alumno, ni profesor. La verdad es que era lo más lógico, pero nunca pregunte porque la verdad era una pregunta irreverente, de una mente inquieta como la mía, pero que no tenía mucha importancia, solo una más de las tantas preguntas que día tras día se formaban en mi mente y que muchas veces no encontraban una respuesta que las respondiera, pero no me molestaba. Deje la regadera a un lado, y me puse a acariciar aquella planta con las dos manos, tarareando aquella nana que también recordaba de mi madre. Nos la había cantado a mi hermano y a mí para que nos durmiéramos y después lo había hecho con las gemelas. Había veces en que pensaba en el momento en que tuviera hijos, me preguntaba a mi misma si saldrían gemelos, gemelas o mellizos. En mi familia éramos una pareja de mellizos (Alessandro y yo) y una pareja de gemelas (Rainbow y Sunshine), por lo tanto había antecedentes y podía ser que eso ocurriera cuando yo tuviera hijos. La verdad es que siempre me habían gustado las familias numerosas y no me importaría tener una, sacudí la cabeza quitándome esas ideas de la mente y seguí acariciando con cuidado a la planta. Estaba metida en mi mundo, me pasaba desde pequeña, pero esa actitud mía en aquellos momentos, me recordaba mucho a Liuhan y eso siempre me hacia sonreír, por lo que sonreía mientras divagaba por mis pensamientos. Ni siquiera me di cuenta de que alguien había entrado.

Claro, no me di cuenta hasta que esa persona hablo. Cuando escuche aquella voz que tan bien conocía, pegue un respingo. No me lo esperaba, me había cogido por sorpresa. Pero al saber que esa voz era de Liuhan, me gire un poco viéndole y sonriéndole con ternura. -Hola Li. ¿Dónde estabas? Hoy quería verte. Bueno, la profesora me ha llamado. Me ha dicho que sabe que me gusta la herbologia y quería que cuidara de las plantas. He decidido empezar por el lazo del diablo, siempre me ha gustado. Es letal… pero hermosa a la vez. Las Divinas, dicen que se parece a mí, quizás tienen razón, no dejo que nadie me pisotee, ni a mí, ni a mis hermanos, ni a mis mejores amigos a los que tanto quiero. Aunque quizás decirme hermosa a mí misma, suena demasiado egocéntrico… y quizás no soy tan hermosa como el lazo del diablo.- Dije mirándole con una sonrisa, estaba claro que mis mejores amigos, eran él. Él era mestizo y no me gustaba que se metieran con él, a Liuhan o Li como yo le apodaba y como yo sola le podía llamar, no le importaba que fuera hija de muggles y yo se lo agradecía inmensamente. Y lo de hermosa también lo había dicho de verdad, aunque también quería saber que pensaba él, conmigo estaba aprendiendo a tener más seguridad y yo le ayudaba en ese cometido. La planta parecía reaccionar a mis toques, sentí como me acariciaba con sus raíces, aquellas que sobresalían de debajo de la tierra, aun sin esconderse del todo, ellas allí estaban a salvo porque no les daba el sol y este no las mataba. Mire a Liuhan y sonreí con ternura, le cogí la mano con delicadeza y la deposite junto a la mía en las ramas de la planta, las plantas necesitaban cariño yo siempre lo había dicho.

Mis finos dedos, acariciaban a la planta sin dejar de mirar a Liuhan y a la planta a intervalos regulares. La verdad es que me alegraba mucho de que me hubiera encontrado, ya que quería estar con él y por fin lo estaba, a solas, eran los mejores momentos. Pero de repente recordé que tenía que cuidar las demás plantas. -¿Me acompañas a cuidar de las demás plantas? Quiero estar con mi mejor amigo un rato.- Dije separando mi mano de la planta y cogiéndole de nuevo la suya, para tirar suavemente de él para llevarle hasta la siguiente planta que me tocaba cuidar.





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Mensaje por Liuhan Rosemberg Mar Abr 16, 2013 10:14 pm

La repentina calidez de su pecho, pareció extenderse gradualmente a través de su cuerpo en cuando ella le dijo que quería verlo.«Quería verme...», se repitió incesantemente en su cabeza, casi armándose toda una sarta de emociones demasiado reales para ser benevolentes con su posible caída de un alto edificio. Obviamente quería verlo, él era su amigo y nada más. De repente, toda la emoción que sintió en un principio, pareció desinflarse cuando la aguja amarga de la realidad llegó a él; debía dejar de hacerse daño por puro gusto del momento. La dulce voz de Iana llegó a sus oídos más fuerte de lo normal, como si todos sus sentido se hubiesen amplificado ante su presencia, tal y como parecía hacerlo su seguridad en sí mismo cuando ella clavaba esos achocolatados y hermosos ojos sobre él. Durante el pequeño monólogo que ella estaba recitando, sintió que no podía respirar con normalidad mientras observaba su perfil sonriente a la par de sus pies guiándolo hacia ella. Por un momento quiso decirle al oído que era la chica más hermosa que había visto jamás, pero, las circunstancias parecieron reprimirle hasta casi hacer que se amarrara las palabras a la garganta y no las pusiera en libertad, el mundo pareció desaparecer un instante bajo sus pies y la realidad lo golpeó con su látigo de divinidad. «Basta de soñar por hoy», dijo en su mente con la nota de resignación casi pegada a la frente, algo que pareció destruirse en medio de su repentino sonrojo en cuanto ella tomó su mano y la colocó junto a la de ella en la planta.

La verdad, es que eres más hermosa que el lazo del diablo... — pronunció suavemente mientras la miraba con una extraña sonrisa. Aunque con un temblor inicial en la voz, las palabras parecieron fluir de él como un raudal de agua, tan fuertes como para tratar de pararlas, sin embargo, al darse cuenta de la forma en la que lo había dicho, trató de enmendar su error enfocando su atención en la planta —, sin ofender, claro está — le habló a esta como si pudiera entenderlo perfectamente, con el humor inusitado que proponía ocultar su sobresaliente nerviosismo. Si bien con An se sentía más seguro que de costumbre, ella seguía siendo su amiga, simplemente no podía ponerse en evidencia de esa manera. Observando sus manos casi entrelazadas mientras acariciaban la planta, la voz de la morena pareció cortar en dos el aire que los dividía mientras volvía a tomar su mano, pero esta vez, para guiarlo a otro sitio.

Claro que te acompaño, ya te extrañaba — le dijo con una sonrisa de lo más sincera, tratando de controlar el ritmo acelerado de su corazón al sentir el contacto con sus manos una vez más. Desde que Iana había dejado de andar con Charlus, Liuhan pareció que recuperaba su carácter natural, sin embargo, eso conllevó a que quisiera pasar más tiempo de lo normal con ella, y posteriormente, darse cuenta de por qué había actuado de esa manera con anterioridad, y si ella no le correspondía algún día, no podría hacer nada más que aceptar las condiciones.
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Mensaje por Iana L. Hayes Jue Abr 18, 2013 5:24 pm



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La verdad es que por un lado quería que me dijera que era hermosa, que me dijese que él me veía la más hermosa de todas las chicas, si, cada vez estaba más segura de que estaba enamorada de él, pero no sabía si Liuhan sentía algo por mí. Nos conocíamos desde que éramos pequeños, seguramente me vería más como una hermana que como algo más que amigos. Y eso me dolía, desde que lo había dejado con Charlus, mi primera amor y mi primera vez, Liuhan y yo habíamos estado mucho más unidos que lo que nunca lo habíamos estado. Eso me hacia feliz, porque al empezar a salir con Charlus, se había distanciado de mi de golpe, pero cuando lo dejamos, fue el primero en acudir a mi lado y eso se lo agradecía enormemente. Además de que poco a poco, aquel acercamiento de los dos, se fue convirtiendo en algo más que un cariño de amigos, al menos para mí, ahora no quería separarme de Liuhan por nada del mundo. Mi sueño era estar con él para siempre. Cuando le cogí la mano, pude ver su leve sonrojo y eso me hizo sonreír, aquellos pequeños sonrojos que le salían, me hacían pensar que mi pequeña esperanza, podía seguir soñando con salir con él, pero otras veces, no quería hacerme ilusiones, conocía de siempre a Liuhan y sabia como era, pero no quería perderle, pero tampoco quería que estuviera con otra persona. ¿Egoísta? Quizás, pero lo quería para mi sola. Pero entonces le oí hablar, sus palabras me hicieron sonrojarme a mí en aquel momento. ¿De verdad me veía hermosa? Mi cabeza se volvió hacia él quizás con demasiada fuerza, pero que dijera eso, me gustaba… y mucho… -¿De verdad piensas que soy hermosa?- Le pregunte con una pequeña sonrisa tímida en mis labios, me acerque más a él y apoye mi cabeza en su hombros, mientras que la planta recibía nuestras caricias. Reí con suavidad cuando le dijo aquello a la planta, me encanta estar con Liuhan, era todo tan diferente…

Le lleve a la otra sala, donde la profesora me había dejado casi todas las plantas. Me gire al oírle que me extrañaba, no pude evitar el impulso de abrazarle con fuerza, la verdad es que cuando hacia estas cosas con él, me sonrojaba sin remedio, me gustaba mucho y no podía evitar esas reacciones de mi cuerpo cual él andaba cerca. Le bese la mejilla, mientras me mantenía abrazada a él, oliendo su aroma, el cual siempre me había buscado. -Gracias por estar siempre conmigo Li, te quiero.- Dije aquellas palabras como si las dijera una amiga mas, pero para mí no significaban eso. Para mí se significaban mucho más, pero sabía que él las tomaría como las de una simple amiga. Me trague el suspiro que quería salir de mis labios. Me separe después de unos minutos de estar abrazada a él, Liuhan lo sabía todo de mi, sabía que era bisexual, sabía que había salido con Charlus, lo sabía todo. Quizás el hecho de que Audrey fuera una de mis dos mejores amigas, algo tenía que ver. Pero me alegraba muchísimo de ello. Mientras nos dirigíamos hacia la próxima planta y yo la empezaba a regar, hable. -¿Sabes? Me alegro de que tu hermana y yo, seamos mejores amigas desde pequeñas. Así te he podido conocer a ti y estar contigo desde que éramos pequeños.- Sonreí con ternura, mirándole. Empecé a sentir, como mis mejillas se empezaban a teñir de rojo, sin razón, las maldije por dentro y mire a la planta a la que estaba regando. La verdad es que yo misma tenía una seguridad aplastante, ante los demás, pero con Liuhan… esta parecía desvanecerse, menos cuando le ayudaba con la suya.




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Mensaje por Liuhan Rosemberg Vie Abr 19, 2013 2:00 am

Liuhan contuvo la necesidad de palparse la mejilla con la mano en cuanto los labios de Iana se despegaron de allí. Su aroma fenomenalmente atrayente, le había puesto como en un estado de ensoñación aún más fuerte del que solía tomarlo por sorpresa cada dos por tres en los momentos menos oportunos; cuando no estaba pensando en An, entonces se quedaba suspendido en el espacio, entre la línea fina que separaba el mundo que sus pies pisaban y el que su mente quería recrear. Que la morena le hubiese dado un beso no quería decir absolutamente nada, desde pequeños siempre habían sido demasiado apegados como para ver aquello mucho más allá que un simple gesto de fraternidad, y a juzgar que él se había separado de ella cuando estaba con Charlus y luego se “reconciliaran” de nuevo, era bastante común que le regalara un beso en la mejilla en forma de agradecimiento. Era tan normal que incluso hasta dolía. «Deja de soñar de una maldita vez, Liuhan», se recalcó mentalmente, apretando los dientes con una creciente decepción interna, sin embargo, a los ojos de An, parecía ser el mismo chico torpe, desorientado y cariñoso que la seguía de allí a donde fuese si lo necesitaba. Nada más. Tal vez no hubiese pensado aquello si fuese un poco más observador, pues no notó ni por un segundo el sonrojo que la joven frente a él cargaba encima.

Yo también te quiero — sonriendo casi como un tonto, se acercó una vez más a ella y la observó regar la planta antes de concentrarse en responder lo demás, aún si su cerebro no quería conectar demasiado con su lengua. Cuando Iana le hablaba, era como si el exterior desapareciera por completo y solamente quedara su cara plasmada sobre un fondo blanco y destellante que le hacía guiñar los ojos de tanto brillo que despedía. Verla hablar con esa sonrisa en la cara, para él era equivalente a tocar su violín con pasión, sintiendo las notas musicales fluir por sus venas, tal y como lo hacía la dulzura que ella le transmitía con un solo e insignificante gesto —. La verdad es que a mí también me alegra, no sé que hubiera hecho sin ti — se río un poco, rascándose la nuca más avergonzado que otra cosa.

«Tal vez hubieras muerto por los chillidos de Audrey», su Liuhan interior pareció rodar los ojos ante esa acotación, tan acertada y a la vez tan lejana. La verdad, es que el joven siempre había estado demasiado acostumbrado a presenciar –y soportar– las pataletas típicas de su media hermana, todavía no sacaba del todo de su cabeza aquella imagen de una pequeña de diez años meneando la melena rubia alborotada de aquí para allá mientras gritaba que se fuese, que él no era su hermano, algo que en vez de entristecerlo, le había causado gracia, poco después, había conocido a Iana, y esa parte, había sido lo mejor del caso. Había resultado que también era mágica, y aunque no parecía tener tanto dinero como los Rosemberg, Audrey que era más odiosa que otra cosa, pareció llevarse a las mil maravillas con ella.

Cuando volvió al mundo del invernadero y colocó de nuevo los pies en la tierra, parpadeó un par de veces y miró a su compañera regar las plantas, con tanta devoción como quién hace su labor favorita, y aunque todo le parecía demasiado normal y rutinario, el aire parecía llevarse las palabras más livianas, y con eso, Liuhan sintió que algo había cambiado, o tal vez eran imaginaciones suyas por querer creer algo con tanto frenesí. Parecía ser que lo de cabezota venía en la sangre de su padre —. ¿Sabías que al parecer estaré tocando en el teatro esta navidad? — dijo cambiando súbitamente el tema, y no con demasiada intensión, sin embargo, al estar pensando en la melodía que le había compuesto a Iana con el violín, las palabras se habían enredado en su lengua sin dejarlo decir otra cosa más que esa. Le resultaba demasiado cobarde no confesarle aquello, y aunque así lo creyera, no podía decírselo. Y una vez más, su cara pareció subir gradualmente de temperatura, maldiciendo a su inseguridad por no dejarlo en paz ni para hablar con su mejor amiga.
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Mensaje por Iana L. Hayes Vie Abr 19, 2013 10:31 am



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El conocernos desde pequeños, también era una suerte, conocías a la perfección a la otra persona, y pensar que si no me hubiera hecho amiga de Audrey, quizás no habríamos intimado tanto… la verdad es que Audrey y yo éramos parecidas y a la vez distintas. Era lo que nos mantenía unida, lo que algunas veces nos había hecho pelearnos y estar separadas, para a los dos segundos mirarnos y acabar abrazadas llorando o casi llorando, pidiéndonos perdón. No soportábamos estar separadas, era superior a nuestras fuerzas. Pero gracias a ella lo había conocido a él, gracias a esa amistad, había nacido otra entre un chico y una chica, una que se había afianzado con los años y una que yo amaba con todo mi corazón. Pero dicen que una fina línea separa la amistad del amor, era lo que me había ocurrido, había pasado de pensar en Liuhan como mi mejor amigo a pensar en él como algo más que eso, en pensar como seria estar con él como pareja… en pensar… que me gustaría ser la chica que él amara. Al escucharle decir que me quería, hizo que la sonrisa se dibujara en mis labios, de forma inmediata, quizás me hacia ilusiones vanas, pero aquellas simples palabras, me hacían feliz aunque no transmitiesen los mismos sentimientos que yo soñaba día tras día. Reí con dulzura al oírle hablar, él era una de las pocas personas que veía aquel lado dulce y tierno, aquel que yo escondía con aquella mascara de frivolidad y frialdad. Me gire a verle, con la regadera entre mis manos. -Vamos, si no me hubieras conocido, tendrías otra mejor amiga. No soy imprescindible, pero yo… sé que no hubiera encontrado a nadie como tú. Para mi eres único, Li.- Dije sonriendo, a veces aquella seguridad mía, me asustaba hasta a mí, no sabía que tenía aquella seguridad dentro de mí, a veces pensaba que era imposible que yo sola tuviera aquella seguridad. Pero sabía que así era, y era por eso que yo le ayudaba siempre a aumentar la suya.

Gire la cabeza hacia él cuando hablo y sonreí de inmediato, el sonido del violín de Liuhan siempre me había gustado, era uno de los pocos sonidos que me tranquilizaban y que conseguían que no mandara a la gente a tomar viento, cuando no podía dormir por las noches, me imaginaba su sonido y me tranquilizaba y podía dormir sin miedo. De pequeños, alguna vez me había unido a él con mi voz, siempre me había gustado cantar y con él no tenía ni miedo, ni vergüenza de hacerlo. Mi madre me había enseñado a tocar el arpa, pero jamás se lo había contado. Los únicos que lo sabían eran mis padres y mis hermanos. Ni siquiera Liuhan, ni Audrey, ni Atlas que eran mis mejores amigos lo sabían. Habían estado toda la vida conmigo, pero por vergüenza no se lo había dicho. Me encantaba el arpa, era un instrumento elegante y hermoso, pero no sabía porque nunca lo había dicho a nadie. -Eso es fantástico, iré a escucharte, además de ir a apoyarte, por supuesto. El sonido de tu violín, es mi primer sonido favorito. Aun recuerdo cuando éramos pequeños y me ponía a cantar cuando tocabas, pero el sonido más bonito era el de tu violín, siendo tocado por ti.- Dije sonriendo, deje la regadera al lado de la última planta que acababa de regar, sabía que quedaban algunas cosas por hacer con las plantas, pero creía que por fin había llegado el momento de contarle aquello que tras tantos años había escondido para mí misma, sabía que aunque le iba a contar mi secreto de tocar el arpa, no sería capaz de contarle mi secreto mas grande, que estaba enamorada de él…

Camine los pocos pasos que nos separaban y respire hondo, para los demás podía parece que no era nada del otro mundo, pero para mí era muy importante, era algo que a mí me gustaba y donde me podía sentir bien conmigo misma, además no mucha gente sabía lo que era tocar el arpa. Cogí las dos manos de Liuhan y las lleve a mis labios, las bese con cariño y le mire a los ojos sin soltarlo. -Li, hay algo que siempre he querido decirte. Puede que te parezca una tontería, pero mi madre de pequeña me enseño a tocar el arpa y lo sé tocar desde hace años. Nunca te lo he enseñado porque me daba vergüenza que me vieses tocar, pero creo que ahora me gustaría que un día me vieses tocar, un instrumento que siempre me ha gustado tocar.- Dije sonriendo, con sus manos aun cogidas por las mías. Levante mi vista que había clavado en nuestras manos al hablar y le mire a los ojos, deseando que me dijera algo.




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Mensaje por Liuhan Rosemberg Sáb Abr 20, 2013 10:57 pm

El hecho de que Iana le dijese que para ella, él era único, lo hacía exaltarse hasta límites insospechados. Perfectamente hubiera podido dar un grito al cielo de haber estado solo, pero su torpeza aún no llegaba a opacar completamente su razón, pero cómo quería demostrar que estaba feliz de ello… y entonces, en vez de gritar como tonto aquel hecho, le dio una sonrisa que pareció traspasar un poco más allá de sus orejas, la cual daba la sensación de que era un niño con juguete nuevo. Tuvo el deseo de estrujarla entre sus brazos hasta dejarla muerta de la risa por ese simple gesto, y luego, entre una y otra carcajada, callarla de un solo beso plantado en sus labios; pero no lo haría, de tan solo pensarlo el corazón se le aceleraba y la lengua parecía pegársele al paladar como si le hubiesen untado uno de esos pegamentos muggles muy fuertes. ¿Qué iba a decir después? ¿Qué había sido un impulso de un hombre ante una mujer que lo llevaba soñando días y noches? ¿Qué por su culpa se había llevado regaños de los profesores durante todas las clases? Era demasiado vergonzoso como para contarlo, y ciertamente no lo haría. Jamás.

Error… ¿Crees que se pueden encontrar muchas Ianas morenas, dulces y guapas en el mundo? — mencionó mucho antes de que su lengua conectara con su cerebro, y para cuando lo hizo, él se quedó callado como pensando en lo que había dicho, lanzando un leve suspiro de nerviosismo ante el temor de que ella cachara cada una de sus palabras y le diera otro sentido. Tal vez estaba exagerando y aquello no significaba nada, pero Liuhan siempre era inseguro a todas horas y en cualquier lugar, mucho más cuando su lengua parecía desinhibirse y jugarle una mala pasada con todas las de la ley.

¿Quizá era conveniente que An le diese otro sentido a su frase? Tal vez así le preguntaría que habría querido decir con eso y él e respondería titubeando incoherencias para terminar por decir la palabra mágica que no se había atrevido a decir desde que había terminado con Charlus. La segunda opción, era que él le respondiese otra cosa tonta, rascándose la nuca como un completo idiota y asegurando que a él todas las chicas le parecían bastante guapas y cultas; y para lo que le gustaba Iana hasta el punto de dejar de respirar por su bienestar, era jurado que Liuhan se iría por una tercera opción inexistente e improvisada. Porque por más que él planease las cosas, nunca salían como él quería, para su completo disgusto.

Hay muchas chicas que envidian tu voz — aseguró luego de un momento después de sacudir la cabeza para alejar otros pensamientos perturbadores. La chica siempre lo había acompañado cuando él tocaba el violín en la mansión, incluso en Hogwarts, y a él no podía darle más deleite al escuchar su dulce voz retozando en sus oídos como ondas armónicas y pacíficas, y mientras recordaba uno de sus tantos momentos en situaciones similares, le dieron ganas de tomar el instrumento y tocarlo en el invernadero para que ella cantara mientras regaba las plantas, pero, eso sería perder unos quince minutos de la compañía de su amiga y era algo que realmente no quería malgastar si es que a las escaleras se ponían de malas y cambiaban de lugar cuando él necesitara volver a su encuentro —; incluso, las notas de mi violín no superaban la melodía de tu voz — sonrío con sinceridad, sintiéndose un poco más aliviado de momento al sentir como si le estuviese diciendo algo mucho más comprometido. A veces, hacerle creer a su mente que decía lo que verdaderamente quería decir, lo calmaba en momentos extremos como aquel, que de haber “metido la pata” un poco más al fondo, no hubiera podido inventar una forma de remediarlo.

Y cuando ella se acercó y le tomó las manos para llevarla a sus labios, el joven de ojos rasgados abrió demasiado los ojos como para parecer real. ¿Realmente le había besado? Para cualquier otro un beso en la mejilla era más importante, pero, Liuhan sintió que aquel gesto mucho más cercano, era la puerta abierta a algo inolvidable, tan inolvidable como percatarse de que estaba soñando despierto de nuevo cuando los ojos achocolatados de Iana, le miraron con algo parecido a una ternura infinita. «Oh, Merlín…», fue lo único que pudo pensar antes de escuchar las primeras palabras de su frase, su corazón dio un vuelvo y luego pareció una graciosa burbuja explotando en cuanto pronunció lo demás, algo que le dejó medio estupefacto. No había esperado aquello, sin embargo, saber otra cosa de su An, fácilmente podría haberlo puesto a saltar de pura y enérgica alegría. Quizás había sido simple impulso o algo subconsciente, pero, soltó sus manos de las de ella con una notable sonrisa en la cara, que a momentos parecía ser bastante idealista, y para tantos otros, estúpida.

¡An! ¡Pero sí es magnífico que sepas tocar el arpa! — dijo entusiasmado, poniendo a prueba su torpeza en cuanto fue a por la chica. Todo había ocurrido demasiado rápido: primero había abierto los brazos como dos alas huesudas, los había apretado contra la cintura de An haciéndola soltar la regadera en medio de la conmoción, y un momento después, estaba girando con ella cargada en los brazos. La noticia no había sido como para pegar chirridos de alegría, sin embargo, Liuhan había utilizado aquello ligado a su efusividad para tener otro pretexto para tenerla cerca. Tan cerca que no se pudiera alejar de él otra vez; simplemente no iba a consentir que otro tipo Potter, la lastimara nuevamente.

¡An! Disculpa la tardanza.
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Mensaje por Iana L. Hayes Jue Abr 25, 2013 11:53 am



Las plantas son las mejores confidentes





La sonrisa que se dibujo en los labios de Liuhan, me hizo sonreír a mí, que fuera de esa manera me encantaba, la verdad es que pensaba siempre en la posibilidad de besarle y decir lo que sentía por él. Pero siempre tenía miedo de que él no sintiese lo mismo por mí. Quizás era por eso que nunca me atrevía a decirle nada, por lo que siempre me quedaba callada, estando a su lado, disfrutando de su compañía, aunque no tuviésemos la relación que deseaba. Pero cuando escuche sus palabras, note como mis mejillas se coloreaban, sus palabras me sonrojaron. La verdad es que quería saber si pensaba eso de mí de verdad, él podría haberlo dicho como un amigo, pero mi mente siempre pensaba en que tuviera doble sentido, quizás me estaba comiendo demasiado la cabeza, pero quería que aquello fuese verdad. Lo mire a los ojos y me acerque un poco más a él, con las mejillas sonrojadas. -¿De verdad que piensas eso de mi?- Dije con las mejillas sonrojadas, cuando él me decía esas palabras casi estaba como en una nube, no me podría creer que Li, me dijese esas palabras. Pero me gustaban porque me daban la esperanza de que sintiera algo por mí, aunque también tenía el peligro de que esas palabras solo tuvieran cariño de amigos y que un día me diese un golpe contra la dura realidad. Pero para mí el presente es que estaba enamorada de Li y haría todo lo posible para estar con él, aunque por culpa del miedo nunca hacia nada. Perder a Li, me daba un miedo tremendo y jamás me atrevía a dar aquel paso que nos haría traspasar la línea de amigos y compartirnos en algo más. Pero el miedo siempre hacia que nunca diese ese paso tan importante.

Sonreí con ternura cuando dijo que muchas chicas envidiaban mi voz, la verdad es que mi voz no la tenía como nada excepcional, siempre me había gustado cantar sobretodo acompañada de un instrumento o para dormir a mis hermanas cuando eran bebes, aunque aun siendo niñas me pedían que les cantara. Pero cuando siguió hablando reí con suavidad. -Li, sabes que las notas de tu violín son mejores que mi voz.- Dije con ternura, para mí no había nada mejor que el sonido de su violín. La verdad es que estar allí a solas con él, me hacía pensar en que se podía ver una situación muy privada, pero eso era lo que quería. Sabía que no éramos pareja, aunque era lo que más deseaba en el mundo, pero sí que podíamos tener un ambiente más… íntimo entre los dos. Cuando las manos de Li, me soltaron casi me dio miedo de que se fuera. Pero de pronto, sin saber porque se había alegrado de que tocara el arpa y me encontraba dando vueltas en sus brazos. Mis brazos se abrazaron a su cuello, para no caerme aunque sabía que nunca me dejaría caer. La regadera que había caído de mi mano, estaba perdiendo agua, echándola en el suelo, pero no me importaba. Estaba abrazada a Li, riendo feliz, dejando que mi cabello moreno volara por las vueltas. Podríamos acabar mareados, pero poco me importaba, porque estaba abrazada a él y de una forma que nunca habíamos estado.

La verdad es que no esperaba aquella reacción por mi noticia, pero que se entusiasmara tanto por algo mío… me hacía pensar que quizá eso hacia nuestro vinculo mucho más fuerte de lo que podía ser de por sí. Mientras no parábamos de dar vueltas, reí. -No sabía que mi noticia te iba a hacer tan feliz.- Dije riendo con ternura.







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