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Gran Bretaña, 1945 El Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería de nueva cuenta abre sus puertas para todas aquellas mentes emocionadas y expectantes de las maravillas de un nuevo año escolar. Amigos que no se han visto desde hace tiempo, queridos profesores de caras sonrientes y exigencias de un nuevo curso escolar, todo pareciera estar perfectamente calculado, todo esta planeado y se pronostica, que aquel año escolar será uno de los más anhelados y aceptados por los estudiantes. Pero no todo es lo que parece y ciertamente el plan de cierto grupo de estudiantes no es precisamente pasar sus últimos años en el colegio de manera pacífica, ellos quieren causar un cambio, quieren una revolución, quieren iniciar la diferencia en su mundo y no precisamente de la manera correcta ni por los motivos idóneos. Tom Riddle extrañamente comienza a mostrar maneras mucho más encantadoras que las del extraño chico que se conoció de primer a quinto curso, se le nota más seguro, constante y decido, sus palabras suaves como el susurro de una serpiente han comenzado a cautivar a la casa de Slytherin, prometiendo poderes y riquezas inimaginables sencillamente por participar como bulto en su movimiento revolucionario, la prudencia nunca se ha dado con las serpientes y cuando el poder se menciona y la pureza de una casta sale a relucir, casi nadie está dispuesto a negarse.
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Keep calm {Walburga Black}
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Keep calm {Walburga Black}
Lëth se sentó con calma sobre uno de los sofás de su Sala Común, necesitaba pensar y un poco de tranquilidad. Acababa de discutir con su hermano y no tenía el humor adecuado para entablar conversación con nadie ni tampoco tenía la intención de intentarlo, así que esperaba, por el bien del resto, que nadie se atreviese a dirigirle la palabra en aquel momento, ya que su contestación sería de lo más desagradable o simplemente, no respondería.
Sí, es cierto que el resto del mundo no tenía la culpa de que ella discutiese con su hermano, pero cuando Lëth se enfadaba no atendía demasiado a razones y le daba igual fastidiar al prójimo para sentirse mejor consigo misma. Cieto es que Lëth, pese a tener sentimientos, los ocultaba ante el resto y prefería actuar de la manera que la situación requiriese, por interés propio y para su propio beneficio. Raro era que ella se preocupase por alguien de verdad o demostrase su verdaderas emociones a alguien de su alrededor. ¿Por qué diablos era tan cerrada al mundo? Bueno, cuando eres hija de alguien importante y te crían duramente aprendes a ver las cosas de otro modo y a no querer saber nada de nadie más que de ti mismo. Y pese a todo, eso no impedía que Lëth si tuviera su 'grupo de amistades', pero, todo sea dicho, esas amistades podrían estar consideradas de lo peor de Slytherin. Todos eran alumnos que aspiraban a mucho, tenían malas ideas y un fuerte carácter. Con ese tipo de personas Lëth se sentía más cómoda, aunque más de alguna vez tuviera altercados hasta con ellos, pues no soportaba que le dieran órdenes, prefería darlas ella y pobre del que se atreviese a desobedecerla.
Suspiró un par de veces, con frustración y observó como un par de alumnas menores que ella pasaban por delante, dispuestas a irse. Ni siquiera se habían atrevido a mirarla. Lëth no supo si alegrarse por el simple hecho de que nadie la estuviera incordiando o si llamarlas para molestarlas un rato. Se rió para sus adentros y dejó que se fueran, de momento aquellas dos jovencitas no le habían hecho nada como para que ella se dedicase a torturarlas y por lo que parecía era el primer año que estaban en Hogwarts y Lëth pensó que ya tendría el tiempo suficiente y adecuado para demostrarles quien mandaba ahí. Estaba demasiado malhumorada y tampoco tenía intención de perder el tiempo con dos niñas, por lo menos en aquel instante. Decidió mantener la mente en blanco y evadirse por un segundo del mundo, necesitaba dibujar. Sí, eso necesitaba. Eso y nada más.
Sí, es cierto que el resto del mundo no tenía la culpa de que ella discutiese con su hermano, pero cuando Lëth se enfadaba no atendía demasiado a razones y le daba igual fastidiar al prójimo para sentirse mejor consigo misma. Cieto es que Lëth, pese a tener sentimientos, los ocultaba ante el resto y prefería actuar de la manera que la situación requiriese, por interés propio y para su propio beneficio. Raro era que ella se preocupase por alguien de verdad o demostrase su verdaderas emociones a alguien de su alrededor. ¿Por qué diablos era tan cerrada al mundo? Bueno, cuando eres hija de alguien importante y te crían duramente aprendes a ver las cosas de otro modo y a no querer saber nada de nadie más que de ti mismo. Y pese a todo, eso no impedía que Lëth si tuviera su 'grupo de amistades', pero, todo sea dicho, esas amistades podrían estar consideradas de lo peor de Slytherin. Todos eran alumnos que aspiraban a mucho, tenían malas ideas y un fuerte carácter. Con ese tipo de personas Lëth se sentía más cómoda, aunque más de alguna vez tuviera altercados hasta con ellos, pues no soportaba que le dieran órdenes, prefería darlas ella y pobre del que se atreviese a desobedecerla.
Suspiró un par de veces, con frustración y observó como un par de alumnas menores que ella pasaban por delante, dispuestas a irse. Ni siquiera se habían atrevido a mirarla. Lëth no supo si alegrarse por el simple hecho de que nadie la estuviera incordiando o si llamarlas para molestarlas un rato. Se rió para sus adentros y dejó que se fueran, de momento aquellas dos jovencitas no le habían hecho nada como para que ella se dedicase a torturarlas y por lo que parecía era el primer año que estaban en Hogwarts y Lëth pensó que ya tendría el tiempo suficiente y adecuado para demostrarles quien mandaba ahí. Estaba demasiado malhumorada y tampoco tenía intención de perder el tiempo con dos niñas, por lo menos en aquel instante. Decidió mantener la mente en blanco y evadirse por un segundo del mundo, necesitaba dibujar. Sí, eso necesitaba. Eso y nada más.
Lëth S. Røhrssen- Slytherin
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Galeones : 85098
Fecha de inscripción : 31/03/2013
Re: Keep calm {Walburga Black}
Exasperación ¿Cómo es que tu familia puede ser tan molesta en ocasiones? “Walburga haz esto, Walburga has aquello. Eso no se toca; una chica no hace esas cosas; una mujer no se comporta de tal forma” bien, podía decir que no me afectaba que aquellas reprimendas por carta o cuando nos veíamos no eran molestas ¡pero tenían su límite! Hasta este dia me había comportado como digna integrante de la familia Black, no como cualquiera, sino como la mejor de todos ellos. Mis padres se dejaban dormir en los laureles mientras yo intentaba apoyar las ideas de mi compañero para limpiar las castas de las familias puras. Porque si, yo vivía por esto y era mi principal objetivo a vivir. Podíamos ver como familias que mantenían su casta pura se mezclaban con los asquerosos mestizos y los trataban como sus pares, gente como Weasley, que a pesar de no tener un porte en nuestro mundo mágico por la escasez de sus recursos, debían comportarse como era correcto, es decir, no entre muggles.
Pude ver por el rabillo del ojo a uno de mis tantos parientes en Hogwarts y desvié mi camino, no me apetecía juntarme con ninguno ahora. Los adoraba, tanto como a mi apellido, que no era más que la cúspide en nuestra sociedad, pero su forma de ser tan apagada no me atraía, me espantaba en toda forma existencial. Entré a la sala común tras pronunciar la contraseña, dispuesta a ir a mi cuarto y buscar ahí un par de pergaminos con los que podría apagar mi ahogo, solo había una persona capaz de entenderme y hacerme ver como que estaba equivocada y no era a alguien que recurriría ahora.
Solo di un par de pasos dentro del a sala común para distinguir a Leth en los sillones. Mi aspecto mejoró con una sonrisa y me acerqué hasta ella, evitando a las muchachas que se movían hacia los cuartos. Me senté en el sofá de enfrente y le hice señas, lanzándole uno de los cojines y sonriendo ahora si abiertamente -podría apostar, que no has probado algo muy dulce - ironicé por su expresión amarga, que a pesar de ser la que normalmente traía en el rostro, era diferente a las demás, estaba enfadada al menos a simple vista. Era observadora, claro, por eso además es que había hablado de apostar y no de algún otro verbo. Subí mis piernas al sofá que era largo, me recosté en el apoyando mi cabeza en el antebrazo acolchado por otra de las almohadas que había ahí. Doblé mis rodillas, dejando que la falda se subiera un poco, después de todo solo estaba ella ahí y no se veía más que una palma de mis muslos -debería ser sábado, una visita a Hogsmeade en estos días no me vendría nada mal- comenté con pesadez, si bien Hogwarts era mejor que mi casa, no era una adicta a los estudios, un buen libro solo me apetecía cuando tenía dudas sobre alguna magia en particular y no por cualquier tontería. Si me aburría salía a jugar, con algún mestizo y alguna discusión.
Pude ver por el rabillo del ojo a uno de mis tantos parientes en Hogwarts y desvié mi camino, no me apetecía juntarme con ninguno ahora. Los adoraba, tanto como a mi apellido, que no era más que la cúspide en nuestra sociedad, pero su forma de ser tan apagada no me atraía, me espantaba en toda forma existencial. Entré a la sala común tras pronunciar la contraseña, dispuesta a ir a mi cuarto y buscar ahí un par de pergaminos con los que podría apagar mi ahogo, solo había una persona capaz de entenderme y hacerme ver como que estaba equivocada y no era a alguien que recurriría ahora.
Solo di un par de pasos dentro del a sala común para distinguir a Leth en los sillones. Mi aspecto mejoró con una sonrisa y me acerqué hasta ella, evitando a las muchachas que se movían hacia los cuartos. Me senté en el sofá de enfrente y le hice señas, lanzándole uno de los cojines y sonriendo ahora si abiertamente -podría apostar, que no has probado algo muy dulce - ironicé por su expresión amarga, que a pesar de ser la que normalmente traía en el rostro, era diferente a las demás, estaba enfadada al menos a simple vista. Era observadora, claro, por eso además es que había hablado de apostar y no de algún otro verbo. Subí mis piernas al sofá que era largo, me recosté en el apoyando mi cabeza en el antebrazo acolchado por otra de las almohadas que había ahí. Doblé mis rodillas, dejando que la falda se subiera un poco, después de todo solo estaba ella ahí y no se veía más que una palma de mis muslos -debería ser sábado, una visita a Hogsmeade en estos días no me vendría nada mal- comenté con pesadez, si bien Hogwarts era mejor que mi casa, no era una adicta a los estudios, un buen libro solo me apetecía cuando tenía dudas sobre alguna magia en particular y no por cualquier tontería. Si me aburría salía a jugar, con algún mestizo y alguna discusión.
Re: Keep calm {Walburga Black}
Y mientras Lëth seguía sumergida en sus pensamientos, un cojinazo hizo que volviera al mundo real. Enarcó una ceja - su gesto habitual - y giró la cabeza bruscamente hacia el individuo que se había atrevido a lanzarle el cojín, mientras maquinaba mil maneras diferentes de torturar a aquella persona. En cuanto vio el rostro de Walburga Black, su instinto asesino se calmó de inmediato y sonrió con su típico gesto sarcástico.
— Oh, eres tú Walby — dijo.
Lëth tenía la - mala - costumbre de ponerle apodos a toda las personas que conocía. Generalmente, la mayoría de apodos eran despectivos y burlones, llenos de crueldad, pero había otros casos - como el de Walburga - en el que realmente la intención no era mala, si no más bien divertida y poco le importaba si a Walburga le incomodaba que ella la llamase así, pues seguiría haciéndolo. Tampoco es que Lëth fuera de demasiadas palabras, así que no dijo nada más y se limitó a observar cada gesto que hacía la chica al hablar. Para Lëth, cada detalle era único e importante y por eso le gustaba estar pendiente de los gestos de las personas. Claro que, si algún gesto no le agradaba, automáticamente vería algo negativo en la persona. Por suerte, no había visto nada negativo en Walburga y ni siquiera le molestaba que bromease con ella, pues esa era la actitud que mantenían ambas mutuamente. Así que guardó silencio hasta el momento que Walby mencionó Hogsmeade.
— ¿He de recordarte que para mi no hace falta que sea sábado? — supuso que su compañera había entendido perfectamente a lo que se refería. ¿Por qué no escaparse o intentarlo?Emmalëth era astuta e inteligente, pero más que eso era soberbia y gracias a su orgullo y gran autoestima - que estaba más allá de las nubes - pensaba que cualquier plan suyo no podría fallar. Es decir, acababa de proponerle a Walburga que intentasen escaparse, aún sabiendo que en un 90% de los casos las descubrirían y las castigarían restándole puntos a Slytherin. Pero, ¿acaso tenían algo mejor que hacer? Lo cierto es que la chica de ojos azules era un par de años mayor que Walburga y se planteó el hecho de que quizás ésta no se atreviese a arriesgarse tanto como ella y aún así, algo le decía que la señorita Black tenía más agallas de las que parecía tener, si no, no le habría propuesto nada.
Y mientras esperaba una respuesta, sacó un papel de su túnica y un lápiz y comenzó a dibujar una especie de mapa. Si Walby accedía, Lëth ya lo tendría casi todo pensado. ¿Era una mala influencia? Sí, bueno, es posible.
— Oh, eres tú Walby — dijo.
Lëth tenía la - mala - costumbre de ponerle apodos a toda las personas que conocía. Generalmente, la mayoría de apodos eran despectivos y burlones, llenos de crueldad, pero había otros casos - como el de Walburga - en el que realmente la intención no era mala, si no más bien divertida y poco le importaba si a Walburga le incomodaba que ella la llamase así, pues seguiría haciéndolo. Tampoco es que Lëth fuera de demasiadas palabras, así que no dijo nada más y se limitó a observar cada gesto que hacía la chica al hablar. Para Lëth, cada detalle era único e importante y por eso le gustaba estar pendiente de los gestos de las personas. Claro que, si algún gesto no le agradaba, automáticamente vería algo negativo en la persona. Por suerte, no había visto nada negativo en Walburga y ni siquiera le molestaba que bromease con ella, pues esa era la actitud que mantenían ambas mutuamente. Así que guardó silencio hasta el momento que Walby mencionó Hogsmeade.
— ¿He de recordarte que para mi no hace falta que sea sábado? — supuso que su compañera había entendido perfectamente a lo que se refería. ¿Por qué no escaparse o intentarlo?
Y mientras esperaba una respuesta, sacó un papel de su túnica y un lápiz y comenzó a dibujar una especie de mapa. Si Walby accedía, Lëth ya lo tendría casi todo pensado. ¿Era una mala influencia? Sí, bueno, es posible.
Lëth S. Røhrssen- Slytherin
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Galeones : 85098
Fecha de inscripción : 31/03/2013
Re: Keep calm {Walburga Black}
Escuché aquel apodo y solo sonreí un poco. Me gustaba, era el único apodo que yo podía soportar ¿es que tenían que decir Wally? Era bastante desagradable oír ese sobrenombre de otros, mi familia principalmente, parecían incapaces de poder decir mi nombre al completo o llamarme de alguna forma que no pareciera dibujo muggle. Mis labios con las comisuras hacia arriba dejaban notar mi comodidad ante su compañía. Con Leth era algo extraño de explicar, podría no decirlo pero en cierta forma admiraba su libertad para actuar. Claro, ella no tenía mis responsabilidades así que era un poco más sencillo. Pero de todas formas, en cómo eran nuestros días de injusticia a la mujer, la admiraba por su valentía.
Escucho su propuesta y mis ojos se abren de forma exagerada, mi sonrisa se acentúa y mi cuerpo se voltea a su persona para poder verla bien ¿hablaba en serio? Escaparse del colegio no era algo que hubiera hecho aun, mis amigos en general eran más cobardes para esas cosas y no pasábamos de quedarnos hasta fuera del horario y fuera de la sala común. Mi expresión debió mostrarse un poco infantil, como quien le ofrece una gragea a un niño -¿hablas en serio? - pregunto dudosa, aunque la conocía lo suficiente como para saber que no mentía. Bajé mis piernas ansiosa por lo que me decía, rodeando la mesa del centro para sentarme a su lado y ver qué es lo que dibujaba, falto que viera un par de trazos para suponer -jo, nunca he salido en medio de la semana- le confieso aunque ella debía saberlo, después de todo siempre le contaba las cosas nuevas que hacia aunque en general era ella la que me incitaba a hacerlas.
Apoyé mi brazo en el respaldo del sofá con mis rodillas sobre el mismo, cómoda y poco señorita, muy propio de mi cuando me encontraba en confianza. Relamo mis labios observando cómo maquina. Me gustaba eso de ella, creaba cosas y las plasmaba, dejándote ver su mente con ello, podría no percatarse de que era así ya que no era la chica más abierta que conocía. -y a donde vamos a….ir- digo bajando la voz, porque aun quedaban alumnos en la sala común y a pesar de que éramos respetadas, sabía perfectamente que podrían abrir su bocota. -a ver, explícame eso que tanto dibujas- le pedí señalando a su cuaderno y sin entender del todo pues mi mente era diferente a la suya y podía entender algo que no era.
Escucho su propuesta y mis ojos se abren de forma exagerada, mi sonrisa se acentúa y mi cuerpo se voltea a su persona para poder verla bien ¿hablaba en serio? Escaparse del colegio no era algo que hubiera hecho aun, mis amigos en general eran más cobardes para esas cosas y no pasábamos de quedarnos hasta fuera del horario y fuera de la sala común. Mi expresión debió mostrarse un poco infantil, como quien le ofrece una gragea a un niño -¿hablas en serio? - pregunto dudosa, aunque la conocía lo suficiente como para saber que no mentía. Bajé mis piernas ansiosa por lo que me decía, rodeando la mesa del centro para sentarme a su lado y ver qué es lo que dibujaba, falto que viera un par de trazos para suponer -jo, nunca he salido en medio de la semana- le confieso aunque ella debía saberlo, después de todo siempre le contaba las cosas nuevas que hacia aunque en general era ella la que me incitaba a hacerlas.
Apoyé mi brazo en el respaldo del sofá con mis rodillas sobre el mismo, cómoda y poco señorita, muy propio de mi cuando me encontraba en confianza. Relamo mis labios observando cómo maquina. Me gustaba eso de ella, creaba cosas y las plasmaba, dejándote ver su mente con ello, podría no percatarse de que era así ya que no era la chica más abierta que conocía. -y a donde vamos a….ir- digo bajando la voz, porque aun quedaban alumnos en la sala común y a pesar de que éramos respetadas, sabía perfectamente que podrían abrir su bocota. -a ver, explícame eso que tanto dibujas- le pedí señalando a su cuaderno y sin entender del todo pues mi mente era diferente a la suya y podía entender algo que no era.
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