Conversaciones curiosas - Gretta -

Salió disparado de la clase de DCAO mientras escuchaba los gritos de Minerva a lo largo del pasillo, esta vez se había metido en grandes líos y no solo se había undido solo, si no que a su mejor amiga se la había arrastrado junto con él a una tortuosa detención de la cual se había librado olimpicamente al clamar que tenía un agudo dolor en el estómago y tenía que acudir urgentemente a la Srta. Jones si no se le daba remedio a tan agonizante dolor, ahora mientras sus piernas se movían solas a toda velocidad esperando escapar de la furia de Minerva ya que su compañero de bromas no estaba para cubrirle las espaldas solamente podía pensar en un lugar lo bastante aburrido para Minerva que ni se atrevería a buscar allí, el lago era lo suficientemente silencioso y poco concurrido que su mejor amiga nunca pensaría que una persona tan parlanchina y vivaz como Septimus se encontraría inclusive en la biblioteca antes de en el lugar de encuentro para cientos de enamorados y en ocasiones reuniones que Charlus hacía solamente para que conociecen mejor a Dorea, pero claro no había funcionado demasiado bien.

No tardó demasiado en llegar al lago y con razón, las piernas del castaño tenían la fama de ser demasiado largas y sus pasos inmensos para el gusto del consumidor, la frente se encontraba perlada y la respiración un poco agitada, aunque claro que la caminata hacía aquel sitio no había sido nada comparado a las carreras que solían pegar Charlus y él cada que eran descubiertos escabullendose en las juntas de serpientes, pero claro que el corazón acelerado por el nerviosismo de que la animaga le pillase incrementaba la respiración y las palpitaciones, pero ahora que se encontraba allí en completa soledad no podía evitar pensar que había sido más que sencillo escabullirse de la responsable McGonagall, una suave sonrisa asomó por sus labios mientras perezosamente tomaba asiento a unos cuantos metros de la orilla del lago, quizá hubiera sido mejor idea dejar que Minerva le acompañase, pero probablemente hubiera recibido una soberana reprimenda, por lo cual en aquella soledad del lago se sentía mucho mejor que en cualquier otro lado.

Un sonido lo despertó de su ensimismamiento al tiempo que volteaba un tanto aturdido, al descubrir la silueta femenina al principio el único nombre que le vino a la mente fue Cedrella y la sonrisa incrementó un tanto más, pero claro no disminuyo al descubrir que en realidad se trataba de Gretta, una joven de su casa con la cual había hecho una muy buena amistad en quizá poquisimo tiempo — Buenas Gretta ¿No deberías estar en el entrenamiento? — el joven murmuró con una sonrisa que no disminuyo, si no aumentó al tiempo que la joven se acercaba.

Fui a buscar a mi habitación todo lo que necesitaba para nadar un rato en las profundidades del lago a paso rápido, quería desaparecer del castillo cuanto antes. Lo único que rondaba en mi cabeza era la situación actual con Orion, lo que me recordaba el por qué de mis ojos rojos e hinchados, por mucho que no lo pareciera, soy mucho más sensible de lo que me gustaría admitir. Aceleré aun más mi paso al darme cuenta que la gente me rodeaba, saludaba o gritaba mi nombre al pasar, no quería hablar con nadie, menos que tocara la casualidad de que Lucinda me descubriera y notara que había estado soltando lágrimas por ahí, ella realmente sabía toda mi verdad, toda, Orion no la sabía por motivos lógicos, sin embargo mi mejor amiga sí, seguramente me diría ”No llores, no vale la pena", mas, para mí si valía cada una de las gotas derramadas.

Cuando por fin empecé a sentir el olor tan familiar al lago, sonreí un poco recordando lo bien que me hacía estar en el agua, provocaba el efecto de olvidar por un rato los líos y salir con la mente fría, era, lógicamente, lo que más mejor me haría en aquellos instantes. Quiero aparentar como si no supiese lo que me pasa, quien fuera que se fijara, aunque sea un poco en todo lo que me ha ocurrido, se daría cuenta que mi postura no es fácil; eran los pensamientos que rondaban en mi mente, tan confundida y enredada. No era de las personas que se quedaran ahí, tratando de olvidar lo que las acongojaba, no obstante, esto no era cualquier tema, que se solucionase con enfrentarlo simplemente, puesto que ni yo sabía bien por qué me pasaba ni qué debía hacer para arreglarlo. En fin, mi mente era un quilombo.

Cuando por fin llegué a la orilla, tomé aire, hasta el punto máximo que mis pulmones pudiesen aguantar, para luego, soltar todo bruscamente, era simple, relajador y efectivo. Al adentrar un poco más a la orilla, una silueta familiar se asomó a mi vista, Septimus, lo podría reconocer desde lejos, si bien, nos conocimos hace mucho, poco ha sido el tiempo que hemos tenido que emplear para entablar una amistad muy especial, no era como la de Orion ni la de Lucinda, sencillamente se basaba en la empatía que sentíamos al observar en tercera persona la situación del otro, lo que era reconfortante. Sus palabras junto a sus gestos hicieron que esbozara una sonrisa sincera al fin —¿Qué tal, Wes?— Pregunté amablemente mientras me sentaba en la orilla donde estábamos. —No tenía ganas de entrenar, veo que tu tampoco— Dije sin mirarlo, pero con un tono suave. Estaba al tanto de su situación y, ahora que lo pensaba, quizás Septimus se convertiría en la persona idónea para contarle sin detalles lo que me ocurría, estaba segura, que entendería a la brevedad. —Hoy me di cuenta que estamos en situaciones iguales— Mi vista se dirigía a aquel lago tan esplendoroso para mi que nos acompañaba. Esperaba que Septimus estuviese dispuesto a charlar, como a su vez, escuchar y comprender.

La miró por unos cuantos segundos al tiempo que una sonrisa suave volvía a formarse en sus labios, Gretta Hermsworth era sin lugar a dudas una joven bastante interesante, la conocía desde su primer curso en el Colegio, compartían algunas clases y habían charlado varias veces en el comedor a la hora del almuerzo, pero su amistad no era muy cercana, todavía no podía contarle todo lo que contaba a Charlus o Minerva, aquella confianza se ganaba con años y a pesar de que le había confesado a la joven rubia algo que todavía no tenía la valentía de decir a sus amigos más cercanos, algo que sentía la rubia comprendía de una manera total y sin ningún problema, no temía que se le juzgara o se le dijera que se encontraba mal, solamente necesitaba que se le entendiera y apoyara.

Se acercó de nueva cuanta a la rubia al tiempo que un semblante de preocupación comenzaba a llenar de manera total su rostro, era complicado el decir el por qué, pero sabía que la joven que tenía a unos cuantos metros sufría de algo, tenía algún conflicto y a pesar de no concerle demasiado quería que de una manera u otra su compañera de casa se sintiese un poco mejor, nunca había sido una persona a la que le gustara mirar a las personas de un humor malo o decaído, más bien era de esa clase de personas que quería alegrar a las personas de tdoas a todas, sin importar la situación.

— Digamos que tenía que escapar del mal humor de Minerva — respondió con una suave sonrisa meintras le dedicaba un guiño a la contraria, cada palabra que salía de sus labios era verdad, se había fugado de un castigo y no había sido nada sencillo, en realidad sabía que aquella tarde en cuanto regresara a la sala común el infierno se desataría encima de él, esa era la manera en la que Minerva actuaba si se le dejaba hundir sola, pagaría las consecuencias después, por el momento estaba más intrigado por cada palabra que salía de los labios de la contraria.

Frunció levemente el ceño mientras la miraba con preocupación en la mirada, sonrió suavemente mientras la miraba de arriba a abajo intentando leer sus expresiones, la rubia nunca daba nada que ver pues casualmente siempre se encontraba neutra — Esperemos Charlus no nos mate por habernos ausentado, sabes como es, aunque quizá no haya ido de cualquier manera — murmuró tratando de aligerar el ambiente con una media sonrisa y un guiño un tanto pícaro, quería hacerla sonreir brevemente, pues las personas de caras largas nunca habían sido su fuerte, le costaba animar un buen ambiente — ¿Misma situación Gretta? ¿Que ha pasado? — su voz fue un murmuro apenas audible mientras la miraba fijamente a los ojos y frunciendo las cejas suavemente.