I know I can count on you | Gretta Hemsworth

Que paisaje tan hermoso, podía sentir como mis pulmones se llenaban de oxígeno, lo que me relajaba, me perdía en pensamientos existenciales, cursis, filosóficos, ¡Ah!, mi mente era un caos. Era en esos momentos en los que necesitaba que mi mente se distrajera en cualquier cosa y claro, lo hacía, hasta cómo una hilera de hormigas dirigiéndose a quién sabe dónde podría ser muy interesante, pero no, nunca es suficiente. Siempre tenía que volver él a mi cabeza, sabía que desearlo estaba prohibido ¿¡por qué no lo podía evitar!? Aún recuerdo la reacción que tuvo Orion al contarle, si no me hubiese asegurado que no estaba celoso, habría jurado lo contrario… Sin embargo debo admitir que yo también estuve muy celosa cuando supe que estaba comprometido con su prima, obviamente la idea no me gustó y no hablé por tres días con Orion, teniendo en cuenta que todos los días nos hablamos o nos vemos, tres días fueron demasiado, por lo que terminé aceptando esa locura. Nunca supe bien por qué se comprometió con ella, ni si la quiere, pero los he visto hablar juntos, y aunque Orion sea serio con ella, le quiere, lo conozco como para decirlo, pero no sé a qué punto llegará ese cariño, supongo que tarde o temprano tendré que romper con esta curiosidad y preguntárselo frontalmente, sin vacilar.

Mientras planeaba todo para afrontar a mi mejor amigo, llevé mis heladas manos a los bolsillos de mi abrigo mientras fruncía el ceño producto de mis pensamientos. No obstante, algo distrajo aquella concentración, un objeto, al parecer de papel, se encontraba en mi bolsillo derecho, era un origami de papel con forma de corazón. No era necesario preguntar de quién era, Igor. Empecé a explorar la perfección de ese trozo de papel y una sonrisa se formó de mis labios, claramente lo quería, pero aún tenía que decidir qué quiero hacer de mis amoríos, estaba claro que por ahora me gustaba el señor prohibido y parte de mí, me decía que me equivocaba, que era confusión del momento. Gracias a Merlín, algo me distrajo nuevamente, me sentí afortunada, de caso contrario mi mente hubiese estallado. Giré a mi lado derecho para ver que nadie se encontraba en aquella dirección, al medio segundo supe de quien se trataba. Giré para el lado contrario y ahí estaba el, con sus ojos honestos hacia mí acompañado de una risa burlona. — ¿Me echabas de menos? — Preguntó. Sonreí por la pregunta obvia que había realizado, a lo que respondí — ¿Qué comes que adivinas? — Le dije con una sincera sonrisa. Claro que lo había extrañado, me siento rara al no saber cómo está. Siempre observo que esté bien en el comedor mientras no se da cuenta. Es evidente que sabe cómo defenderse sólo y que aquí el que protegía era Orion y yo cumplía el rol de protegida, pero trataba de cuidarlo a mi manera.

Recordé el corazón de papel en mi mano y me apresuré a guardarlo antes de que Orion lo notase. No le agrada para nada Igor, quién sabrá por qué. Traté de parecer normal y me apresuré a preguntarle lo que sea. —¿No tienes clases ahora? — Le pregunté temerosa de que se diera cuenta que le ocultaba un obsequio de Igor, pero... ¿Por qué estoy ocultándoselo? ¿Por qué tendríamos que discutir por ello?

De nuevo volvía a esa expresión seria, la misma expresión que colocaba al verme en el tren y yo trataba de hacerle sonreír cuando eramos niños, que tiempos. Ahora algo había cambiado, si bien seguía esa espontaneidad de nuestra amistad y aún podía sentirme bien hablando con él de cualquier estupidez que se me viniera a la mente, notaba que algo no andaba bien y quizás era yo misma con mis paranoias. Para empezar, no tengo que ocultarle nada, jamás le oculto nada y hasta donde yo sé, el tampoco a mí.

Miré hacia abajo enfocándome en que era ridículo pensar que se enojaría y determinante respondí a su duda —Si, son sólo… ya sabes, Igor y sus regalos secretos— Volví a mirarlo directo a sus ojos, esperando alguna reacción de parte de él. —Nada importante en todo caso, sabes como es— Quería que esa seriedad de su mirada se fuera, la conocía muy bien, claro está, pero no me agradaba. Parte de mí se había acostumbrado a que su seriedad se fuera conmigo y que aquella armadura que cubría sus pensamientos se esfumara de cierto modo.

Mientras esperaba alguna reacción de su parte, por un momento recordé lo que planeaba preguntarle antes de que tocara mi hombro, al parecer esta no iba a ser la ocasión, no así, estando tan nerviosa y el tan serio, esto no es común, para nada. Tenía ganas de preguntarle todo, pero esperé a ver si los aires se relajaban un poco, para luego salir a caminar por las afueras del castillo si se animaba... tal vez.

¿Hablar con él? Quedé algo confusa al oír eso de Orion y la curiosidad me invadió, esta vez no podía evitarlo, para empezar, hablar no es su estilo y segundo ¿con Igor?. Él sabía que era inofensivo e incluso un tanto inocente como para hacer esas cosas. —¿Por qué querrías hablar con él? lo conoces y sabes que no es su estilo.— No quería parecer como si lo defendiera, pero Orion sabía perfectamente que por ahora tenía una especie de encantamiento hacia el profesor del mismo, el señor Derek Lovegood, no quería volver a tocar el tema pero era preciso para la situación. —Además, sabes que por ahora estoy algo obsesionada con tu sabes quien, ya sé que piensas que es ridículo pero no me culpes, no es algo que pueda evitar precisamente.— Sentía como mis mejillas se ruborizaban. Yo también sabía que era un tanto ridículo, la típica novela que relata el amor prohibido de una alumna hacia un profesor, el punto de quiebre era que no había amor, tampoco una historia, puesto que el maestro Lovegood me veía como una alumna más por mucho que asistiera y atendiera a su clase. Mi enredo de pensamientos se interrumpió. Quizás mis comentarios habían lo habían molestado, era lo que menos quería.

Extrañaba caminar por la nada con él y tomar su brazo, cualquiera que nos haya visto así antes hubiese pensado que eramos una pareja, pero a mi punto de vista, él era más que eso, era mi confidente, mi cómplice lo que iba mucho más allá que una relación amorosa. Extrañaba sentir la calidez de sus abrazos que siempre me daba cuando más lo necesitaba, ahora era casi imposible andar así por Hogwarts, no quería tener problemas con su prometida, quien no me agradaba para Orion, pero bueno, conociéndolo, no cambiaría de idea. El destino ya estaba escrito

—Pues no, sabes que es más un capricho y obsesiones locas que me vienen de repente, a pasado antes ¿No recuerdas que una vez me obsesioné con un Ravenclaw?— Hasta yo sabía que era una locura, era guapo, obviamente y me divertía en sus clases, pero de ahí a amor no había. Al parecer era habitual que en mi cabeza loca ocurrieran estas cosas, por supuesto que me avergonzaba. —Últimamente he abandonado esa idea y lo veo más como un amor platónico— Creo que debo dejar de leer tantas novelas. Miré a mi mejor amigo, sabía que le causaba gracia la situación, tomé su brazo y le dije —No te rías, sé que es infantil, son locuras mías.... Prometo dejar de leer tantas novelas de amor— Lo miré a los ojos con una sonrisa que reflejaba todo lo que sentía por él.

La verdad no estaba haciendo nada importante y definitivamente mi pasatiempo favorito era estar con Orion, como en los viejos tiempos —Bueno, si gustas podemos dar un paseo por ahí— Era la ocasión perfecta para preguntarle todo, para aclarar las cosas con él —¿Me haría usted el honor de dar un placentero paseo por los alrededores del castillo?— Dije en tono de humorada mientras, tomada de su brazo, colocaba mi cabeza en su hombro y me disponía a caminar sin preocuparme por el resto, sabía que la mayoría estaba en clases, por lo que no había peligro de personas chismosas. Esperaba su respuesta recordando lo bien que me sentía a su lado, era como cuando llegas a casa y hay té caliente con galletas y eres una niña, sin preocupaciones, así era como me hacía sentir.

Me encantaba distraerlo de su seriedad y que, al menos conmigo, se sintiera libre de sonreír, yo era aquella que desordenaba un poco su vida un tanto cuadrada, la que de la nada aparecía por detrás abrazándolo, asustándolo o la que le tomaba la mano para ir a algún rincón solos.

Volví a sonreír ante su duda, me conocía tan bien que sabía que sería difícil para mí dejar de leer ese tipo de novelas —Hablo en serio, puedo leer novelas policiales o de terror. — Claro que seguiría dudando de mí, pero de verdad intentaría de dejar esas cursilerías de lado y enfocarme a otros aspectos que me importaban más.

Al salir del castillo una brisa helada nos invadió a ambos, cosa que me gustaba, siempre me gustó más el invierno que el verano, amaba los paisajes de otoño e invierno, como un paisaje renacentista. —Si algo— Respondí ante su duda, pero la verdad no importaba, era agradable sentir el frío, más aún si Orion aceptaba mis muestras de afecto. Somos tan distintos, quizás sea eso mismo lo que nos hace grandes amigos.

Mi mirada se perdió por unos instantes, necesitaba preguntarle sobre sus sentimientos, sabía que no le gustaba hablar sobre eso, pero no podía entender aún cómo es que está comprometido con su prima, jamás me explicó la raíz del asunto y ya, pasado un tiempo, creo que es hora de enterarme. —Eh… Orion, necesito preguntarte algo, espero que no te moleste, es sobre tu compromiso con Walburga— Simplemente yo seguía con mi mirada directa, algo perdida y esperé un tanto preocupada su respuesta.

Acepté su chaqueta algo seria, varias veces la había usado y siempre me llegaba debajo de la rodilla. Habíamos hablado de cosas más profundas e importantes que el amor, sin embargo no dejaba de preocuparme sus posibles respuestas o reacciones... o tal vez lo que me asustaban eran mis reacciones. Orion estaba consiente de lo celosa que era con él y es que la verdad, al único que me dolería perder sería a él, he ahí el motivo de mis nervios. Pero no lograría nada estando callada.

En cierta parte, el olor de su chaqueta, tan familiar para mi, provocaba en mi una sensación diferente, como una paradoja, era tan familiar el calor de su abrigo, pero al verlo sentía que algo escondía de mi y que pese a que me esforzaría para obtener mis respuestas, no lograría mi objetivo. Debía intentarlo —Quería saber — Quedé en silencio un momento, mientras aprovechaba de colocar mis manos en su chaqueta, la que estaba por encima de la mía. —¿Cómo es que terminaste comprometiéndote con Walburga? — Para mi sorpresa, sentí algo raro, algo que me evitaba mirar su reacción, simplemente seguí caminando mientras el silencio abundaba entre nosotros dos.

Suspiré, pero no era enojo o algo parecido, más bien era cierto miedo de que respondiera lo que no quería o peor aun, que no quisiera responder, mas, lo dudaba, sabía que sería honesto conmigo y era eso lo que me hacía sentir cierto nudo en el estómago, así que decidí ir al grano, esperar su respuesta y luego preguntarle lo principal de todo esto.

Sentí un escalofrío que me cubría desde mis hombros llegando hasta el fin de mi columna vertical. Tragué algo de saliva al escuchar su respuesta para relajar mi cuerpo frente a la reacción biológica que su mensaje me había provocado. Comprendí a la perfección lo que intentaba decirme, no era decisión de él en definitiva, sino de su familia, lo que me confundió aún más y en cierto porcentaje me enfadó. No cabía en mi mente que Orion estuviese con semejante víbora como Walburga, no Orion. Siempre creí que terminaría enamorándose de alguna chica Slytherin algo recatada y de buen renombre, pero aquello... sobrepasaba mis límites de comprensión. Como ya habíamos empezado la conversación, debíamos terminarla por completo, no tenía cómo saber en qué acabaría, quizás terminaríamos peleando y cada uno por su lado en el transcurso de lo que restaba del día, sin ni siquiera brindándonos una disimulada mirada de afecto.

Tuve la necesidad de resolver todas mis dudas, no me agradaba hablar de esto, mas, era preciso para mí. —Entonces ¿Por qué Orion?— Dirigí mi mirada nuevamente hacia él, descubriendo su rostro serio, con una expresión de incomodad y algo más que no sabría describir, eso me incentivo a tomar su mano y detener su paso para quedarnos de pie en un punto fijo y perdido, su mano estaba mucho más helada en comparación a la calidad de mía producto del calor que su chaqueta me había brindado. Mire esos ojos claros que tanto me gustaban de Orion, no podría describir bien la expresión de mi rostro, pero de seguro me vería preocupada y un tanto asustada. —¿La quieres? ¿Es eso? ¿De verdad la quieres como mujer, como amada?— Trate de mirarlo lo más firme que podía, no quería que supiera que esto me afectaba y de seguro le afectaba a él, yo sentía que no le gustaba hablar de esto, no se sabía expresar en estos casos.

Lo único que esperaba a estas alturas de la conversación era que no se enojara, temía que no dijera nada o peor aún, que su expresión se volviese fría, inexpresiva y me oculte lo que realmente le sucede y siente.

Mi mente quedó en blanco un momento, me estaba enojando y entristeciendo a la vez, todo en un mismo segundo. No aparté mi mirada de la de él, pero solté su mano, entendía desde mi niñez lo que era colocar el deber antes de lo que uno realmente quiere y necesita para ser feliz y eso era lo que estaba haciendo Orion. Con su reacción me di cuenta de que trataba de alejarlo de aquello, no quería que viviera del deber.

—Es cierto, eres un Black, debes seguir con tus deberes — Dije en tono seco. No quería ser así con él, Orion era el chico que, definitivamente, yo más quería, pero se estaba pareciendo a mi familia y era lo que más me molestaba del caso. Cuando preguntó a qué venía todo esto inhalé para calmarme, el lo sabía, tenía conocimiento de todo sobre mí. Me estaba cansando de que no fuese directo, sin preámbulos —A fin y al cabo el asunto para ti está decidido.—Estaba tan enojada, tan molesta de que ahora mi mejor amigo, la persona que más quería hiciera lo mismo que todos los que quiero.

El dichoso tema me estaba irritando más de la cuenta —Olvídalo, no debí preguntar nada— Estaba dolida, me quería ir ya, aunque claro, hubiese preferido que todo esto ni siquiera tuviera razón de existencia, que las cosas fueran distintas. No me gustaba tener tantos sentimientos encontrados, es cierto que siempre soy la que alegra a Orion, la que lo distrae de todo, pero estaba ignorando mis preguntas. Sin embargo, por sobre todo, temía; era de conocimiento de todos que Walburga y yo no congeniábamos, me asustaba la posibilidad de que me alejara de él. Tenía tantas emociones encontradas, me sentía algo infantil al enojarme, pero no soportaba que no entendiera. Di media vuelta con rapidez y aceleré el paso yo sola, tal vez no me iba a seguir y no hablaríamos más por hoy.

Seguí mi camino haciendo caso omiso de la llamada de Orion, quería irme, ya sabía que a él le importaba más el deber, pero la verdad, era demasiado que se olvidara de esta forma tan radical de sus verdaderos deseos. Caminé más rápido aún, quería llegar pronto al lago de una buena vez, cuando él llegó, tomándome de mis hombros y me alzó la voz, lo miré impactada por su reacción y sentí como un balde de agua congelada caía sobre mí. Simplemente no entendía que yo no quería una vida vacía para él, claro que no, el sólo entendía de apellidos y deberes.

Sus palabras me hirieron, Orion no estaba pensando lo que le decía, no estaba viendo más allá de las palabras. La ira me invadió, no podía controlar mi impulsividad y con una mirada de rabia total lo tomé de su camisa —¡Quiero que seas feliz!— Alcé mi voz al igual que él. No recuerdo que hayamos peleado así antes, por supuesto que sí habíamos discutido y sí nos habíamos alzado la voz, pero hace ya un tiempo que las peleas entre nosotros habían terminado. Sabía que se enojaría aún más, tenía claro que el siempre se regía por las normas y para “lo que es mejor” para su apellido. Tener esta idea en la cabeza no me ayudó en lo absoluto para calmarme. Al hacerle caso siempre a mi corazón, las palabras con un tono más alto de lo normal no se detuvieron. —¡Yo te quiero!—Jamás le había dicho que lo quería así, tan enojada pero a la vez tan honesta, de hecho, era más habitual entre nosotros demostrar nuestro cariño con otras cosas —¿¡No lo entiendes!?— Me armé de valor para decir lo que venía. —¡Yo jamás te dejaría solo tomes la decisión que tomes, siempre estaré contigo! ¿¡Eso es salir perjudicado!?—

No quería más, quería salir corriendo, ir al lago y nadar un rato sin importar lo que pase, amaba nadar en aquel lugar, era lo que más quería ahora, no era común en mi salir corriendo, pero esto era mucho más fuerte que yo, deseaba irme lejos de él pero a la vez quería que no me dejara ir y me abrazara, no obstante, siendo él, no lo iba a hacer. Lo miré algo más calmada y solté su camisa, sentía un nudo en la garganta, respiré y lo miré con la tristeza que sentía en el momento —Para mí siempre fue más importante tu felicidad que tu apellido— Aparté mi vista de sus ojos, iba a tocar el lugar por donde lo había tomado, pero no; agaché mi mirada y me dispuse a salir caminando ya más calmada por su costado.

Seguía con la necesidad de irme al lago, sólo quería nadar un rato y olvidarme de todo esto, mas, no alcancé a dar tres pasos cuando Orion dio respuesta. El nudo en mi garganta se apretó aún más, sentía como me dificultaba respirar, estaba flaqueando ante la situación. No creía que su felicidad se basara en complacer a su familia, mejor dicho, no quería creerlo, pero tenía que ser consecuente con mis palabras. Sin voltear y sólo quedándome parada en el lugar que sus palabras habían provocado que me detuviera, respondí —Como dije, siempre estaré a tu lado, tomes la decisión que quieras— Si bien, no se notaba, me había costado mucho trabajo articular aquellas palabras, quizás lo iba a notar, por supuesto que no quería, no quería que viniera hacia mí a abrazarme donde alguien pudiese aparecer en cualquier momento y vernos, lo que provocaba una confusión en mi mente, porque mi conciencia me gritaba que diese media vuelta, corriera hacia él y lo abrazara más fuerte de lo que jamás lo haya hecho antes y que él también lo hiciera.

Ese grito dentro de mí no cesaba, obligaba a mis piernas avanzar sin nada más que agregar y por fin dar la conversación por finalizada, me retuve donde estaba parada y antes de seguir caminando le dije dándome vuelta, observando su silueta desde atrás. —Y por supuesto que tu también eres lo más importante para mi— Esas últimas palabras terminaron por apretar por completo el nudo que sentía y mi vista se nubló. Me di vuelta otra vez de inmediato para seguir mi camino al lago.

Era casi seguro que ya no hablaríamos más por hoy, ambos estábamos con demasiadas emociones a flor de piel. Lo había agarrado fuerte por su camisa, lo que me hacía sentir culpable. Al seguir mi camino, me recordaba a mi misma que esto no era orgullo, para nada, simplemente no quería gritarle otra vez, no quería mirarlo con ira nuevamente, sabía que ya no lo haría por hoy, pero con esa idea que no quería aceptar, ya nada era seguro en esta situación. Cada paso efectuaba que mi vista se nublara más y a su vez, hacía que mi mente y mi corazón se confundieran. Ya no sabía qué quería.