Ni de héroes ni de villanos {Gretta}

Se despidió con una sonrisa cordial de su compañera de casa para continuar su camino hacia la biblioteca, tenía demasiados trabajos atrasados y no podía darse aquel lujo si en aquel verano quería pasar las vacaciones lejos de su familia y sobre todo de sus planes que no tenían absolutamente nada de ortodoxos. Aceleró el paso mientras con el rabillo del ojo se percataba que su hermana estaba cerca, era una de las pocas personas que la comprendían del todo, pero en esos momentos no podía siquiera darse el tiempo de detenerse a charlar con su hermana menor, en la atolondrada cabeza de la rubia no había tiempo para nada que no fuera llegar a la biblioteca y poner manos a la obra en la monótona tarea de estudios muggle para dar paso a pociones, dos de las materias que más detestaba en todo el programa de educación de Hogwarts.

Subió las escaleras de dos en dos sin percatarse de las sonrisas y saludos que dejaba atrás, en realidad le pareció ver con el rabillo del ojo a Septimus y Charlus, pero decidió no hacer caso de aquello y continuar su camino hacia la biblioteca, no tenía ni siquiera la cabeza para escuchar otro "¿De que lado estás?" y tener que dar una respuesta hueca, pues ciertamente la sangre sucia le desagradaba, pero todavía no estaba completamente segura si era lo correcto o sencillamente una manera con la que la habían educado y había aceptado casi sin rechistar o ni siquiera pensarlo demasiado. Estaba acostumbrada a las normas e imposiciones y a Dorea le costaba demasiado trabajo dejar de seguirlas.

Finalmente llegó a su destino y con una ligera sonrisa ingresó al recinto, no había demasiadas personas y para ella eso era refrescante, las multitudes le molestaban y más si la miraban como si fuese a arrancarles las piernas en aquellos minutos, no le gustaba imponer miedo aunque fuese un sentimiento que le dejaba algo refrescante en el interior, no era esa clase de persona, no era una Black en el modo tradicional, o al menos no del todo. Se puso frente a la sección de Estudios Muggle, la cual se encontraba aún más vacía que el resto de la biblioteca y comenzó a buscar el volumen que necesitaba, sonrió con suficiencia mientras lo depositaba en el brazo derecho y reanudaba su caminar hacía una de las mesas de estudio, sumergiéndose en una lectura monótona y aburrida.

Solía ir a la biblioteca para distraer mi mente, para vivir nuevas historias sin siquiera estar presente, lo que me ayudaba y relajaba. Había terminado, por fin, un libro de aventuras; lo cerré y guardé el libro recordándome que algún día debería volver a enamorarme de su historia.

Mi cabeza era un lío últimamente, mi día se basaba en mirar cómo Orion destruía su felicidad y Lucinda, quien siempre encontraba la forma de que vuelva la Gretta feliz de todos los días, pero no me apetecía irme de aquí por un rato. Di vueltas unos minutos tratando de descifrar cual sería el próximo libro que leería, cuando alguien distrajo mi atención, Dorea, definitivamente una de las chicas más interesantes del castillo y no por su belleza solamente, para mi era interesante porque ese tipo de personas eran las más perdidas y confundidas consigo mismas, por mucho que no lo pareciera, sentía la necesidad de ayudar a aquellos, quizás era porque yo estaba igual de perdidas que ellas, pero me encargué de ocultarlo a tal punto de que nadie se diese cuenta.

Mi paso hacia ella era sigiloso, no quería que alguien nos viese y que luego nos causara problemas, pero a esta hora sólo algunos niños de segundo año merodeaban por esos lados. Ella se veía sumamente aburrida, con los ojos cayendo de sueño, por lo que me tomé el atrevimiento de interrumpir su "entretenida" lectura, tal vez, por algo de distracción de verdad. La silla de su lado derecho tenía cierto espacio, así que me senté en aquel lugar sin mucho cuidado precisamente. —¿Qué tal?— Quizás la asusté, pero yo llevaba una sonrisa en el rostro la cual esperaba contagiarle, era difícil, Dorea es conocida por ser fría y distante, pero de algún motivo, que aún no comprendo del todo, me gané sus risas y sus secretos.

Lo sabía todo, aunque Dorea jamás fue explícita conmigo, sin embargo, cada poro de su piel reclamaba el calor de Charlus, lo que sabía, la atormentaba. Lo que ella desconocía era que la entendía y la apoyaba del todo, estaba harta de las reglas Black y sus prototipos, si mi mejor amigo ya era un caso perdido, no lo sería para Dorea ni para otra señorita Black quien conocía por ahí.