Friendship is a privilege || Lucinda Scalovix

Lucinda siempre había pensado que la mejor grajea era la de caramelo. Primero porque era la base de todas las demás, y segundo porque era la más habitual en los paquetes que ella traía desde casa. Odioba las grajeas de sabores desagradables, y nunca, pero nunca comía una grajea que tuviese un color gris. De pequeña una vez su hermano le había dado una y sabía a humo de chimenea, era realmente asqueroso. En eso reflexionaba la joven Ravenclaw mientras caminaba al lugar de encuentro donde llegaría, probablemente más tarde que temprano, su amiga Gretta. Iba a paso calmo, en completo silencio y dejando que la brisa revoloteara en su cabello. Sabía que Gretta tardaría porque la Gryffindor siempre tardaba. No era extraño que se quedara saludando a medio universo con quien se encontrara en los pasillos, y Gretta parecía conocer a todo el colegio sin exagerar. Cuando Lucinda caminaba con Gretta por Hogwarts se daba cuenta del verdadero número de alumnos que albergaba ese castillo, y sobre eso, era consciente del mundo de personas que ella no conocía. Gretta sabía los nombres de cada uno de los que saludaba, y solía tener alguna travesura que los inmiscuía; Lucinda en cambio solía centrarse en su núcleo de Ravenclaw, en sus pocos amigos de otras casas, en sus estudios y en Bolón. Su mundo se remitía a ello, y a veces ello la hacía parecer desconectada a todos los demás sucesos que la rodeaban.

Atravesó el puente y se detuvo en el lugar de siempre. Miró la caja con grajeas y sacó una verde oscura. Era de espinaca, un sabor no del todo fascinante, pero no malo como para ser rechazada. Se mantuvo ahí, en silencio saboreando el dulce que - paradójicamente- no era dulce hasta que escuchó unos pasos. A ella se acercó Gretta-. Menos de lo usual- le respondió con una sonrisa divertida y ofreciéndole la caja de grajea para que sacara una-. Acabo de comer una de espinaca. No estaba mala- le comentó alentándole a sacar una de las decenas de pelotitas que ahí había-. Te recomiendo una roja. Todo lo rojo es rico en general. Y esta caja no es de la versión de Halloween, así que no debería haber una con sabor a sangre- señaló arrugando su nariz. La sangre sabía a óxido y no era agradable de comer. Además hacerlo le daba la sensación de ser un vampiro, y los vampiros siempre le habían dado un poco de miedo desde que los estudiara en Cuidado de las criaturas mágicas.

Una vez Gretta hubo sacado una grajea la mirada de Luci se fijó en que las mejillas de su amiga estaban coloradas, posible resultado de la carrera hasta el puente. De seguro había corrido más que de costumbre para intentar no llegar atrasada, y a Lucinda eso le hacía pensar que tenía le mejor amiga del mundo, pues nadie más corría por ella como Gretta-. ¿Y ya todo listo para el baile?- le preguntó apoyándose en la baranda del puente, aunque lo pensó dos veces y mejor echó a andar hacia el final del mismo. Aquel puente siempre le había parecido un poco peligroso-. Yo ya tengo mi vestido y los zapatos. Y creo que Kätchen me ayudará a arreglarme- le comentó sacando un nuevo dulce de tono naranja, y al echárselo a la boca descubrió que efectivamente era del sabor de la fruta que se llamaba igual al color-. Sólo espero que el baile no sea raro, ¿sabes?, con esto del compromiso...- musitó bajando la mirada hacia la punta de sus zapatos y saboreando el dulce ácido en su boca. La naranja era mejor que la espinaca, al menos en dulces. Eso no se podía negar.