De guerras chocolatosas y apuestas sin sentido|| Evelyn Archer

El día anterior había tenido una prueba de cierta dificultad en Defensa de las Artes Oscuras, sabía que no la había hecho perfecto, que solo había buscado aprobar. El profesor, sin embargo se encargó de hacerlo saber al resto de alumnos reunido en el aula con un comentario soberbio que le hizo quedar como un auténtico patán, además de la consiguiente resta de puntos para su casa. Atlas se empeñaba en afirmar que no había resultado tan desastroso como lo había hecho parecer el profesor, quizás sí poco acertado, pero tampoco se podía considerar la catástrofe del año, había conseguido aprobar no? Era sabido que el profesor de esa materia tenía una especial manía, en considerar menos y tratar mal a los estudiantes de Ravenclaw. Tal vez se debiera a que quería ser tan genial como ellos pero nunca lo había logrado, pero sin embargo ese tipo habia logrado arruinarle el día. Pero ahora podía olvidarse de aquello, habían salido de Hogwarts y las cosas de Hogwarts deberían quedarse allí ¿no? Ya tendría el tiempo suficiente para mortificarse con su prueba y el resto de exámenes que le vendrían después, sin contar la cantidad de deberes que debía realizar para DCAO.

Caminaba tranquilo, con sus pensamientos aún perdidos en el profesor y su reprimenda cuando los ojos se le abrieron de par en par. Honeydukes. Un sin fin de estanterías y cajones repletos de arriba a abajo de chocolates, gominolas explosivas, caramelos de mil y un sabores y regalices picantes. Atlas se sentía en ese momento en el mismísimo paraíso. Había esperado con impaciencia el día de la salida a Hogsmeade. Después de unos cuantos duros días en el colegio, aquella salida de mediados de invierno lo reconfortaba por completo. Con una mirada rápida indicó a sus amigos que siguieran sin él , pensaba pasar un rato largo eligiendo cosas que lo animaran y lo endulzaran. Se hundió un poco más e su bufanda azul y plata, que representaban los colores de su casa, camino un poco más para ingresar al negocio.

Entro al negocio un poco distraído, que podría comprar pensaba mientras observaba los estantes llenos de golosinas. El lugar era muy cálido y brillante estaba abarrotado de gente como de costumbre, Atlas se freno frente al stand donde estaban las ranas de chocolate, su mayor adicción si no se contaban los chascos de Zonko, corrió a un niño de primero a un costado para poder tomar una gran cantidad de chocolate. Pero para su sorpresa solo quedaba un paquete. sin dudar lo tomo, pero justo en ese mismo instante otra mano se acerco al paquete- por tu seguridad te recomiendo lo sueltes- le dijo con un tono amenazante con su vista fija en el premio.