With metal on our tongues, and silver in our lungs | Tom Riddle

With metal on our tongues, and silver in our

lungs

Aquella tarde me encontraba bastante cansado. El día anterior había tenido una disputa con Gretta debido al tema de mi futuro compromiso con Walburga y todo lo que ello conllevaba. Eso me había dejado ausente durante el resto del día, hasta que a la noche recibí a la lechuza de mi mejor amiga, mandándome hacia las orillas del lago. Allí recapacitamos sobre el tema y, menos mal, volvimos a estar bien. Aquello hizo que me acostara muy tarde, pues al volver a mi habitación aún le di vueltas en la cabeza al tema.

Por la mañana había tenido que levantarme temprano para asistir a las clases, y no había parado hasta la tarde: era normal que estuviera tan cansado. Y si hubiera sido por mí, después de acabar la última clase, me habría ido directo a descansar, pero tenía algo más importante que hacer: Tom quería verme a la tarde, y no pensaba decir que no.

Tom se había convertido en uno de tres más fieles amigos, además de Abraxas y Gretta. Ellos dos habían logrado conseguir mi plena confianza y amistad, cosa que era realmente difícil de llegar a obtener: era una persona de pocos amigos. Sin embargo, mi relación con Tom me llamaba más la atención, pues me había dado cuenta de que en más de una ocasión sus miradas hacia Walburga no eran precisamente de amistad, sabía que le gustaba. Era mi prometida, y sin embargo, no era capaz de molestarme por ello. No sabía exactamente si se debía a que no estaba enamorado de ella, o a mi gran lealtad a uno de mis dos mejores amigos.

Al llegar la hora me dirigí hacia la Sala Común de Slytherin, donde le dije a Tom que le encontraría. Caminé despacio hasta entrar, pero resultaba estar vacía, por lo que decidí esperar sentado mientras calculaba las horas que podría descansar.

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