¡Bienvenid@!
Gran Bretaña, 1945 El Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería de nueva cuenta abre sus puertas para todas aquellas mentes emocionadas y expectantes de las maravillas de un nuevo año escolar. Amigos que no se han visto desde hace tiempo, queridos profesores de caras sonrientes y exigencias de un nuevo curso escolar, todo pareciera estar perfectamente calculado, todo esta planeado y se pronostica, que aquel año escolar será uno de los más anhelados y aceptados por los estudiantes. Pero no todo es lo que parece y ciertamente el plan de cierto grupo de estudiantes no es precisamente pasar sus últimos años en el colegio de manera pacífica, ellos quieren causar un cambio, quieren una revolución, quieren iniciar la diferencia en su mundo y no precisamente de la manera correcta ni por los motivos idóneos. Tom Riddle extrañamente comienza a mostrar maneras mucho más encantadoras que las del extraño chico que se conoció de primer a quinto curso, se le nota más seguro, constante y decido, sus palabras suaves como el susurro de una serpiente han comenzado a cautivar a la casa de Slytherin, prometiendo poderes y riquezas inimaginables sencillamente por participar como bulto en su movimiento revolucionario, la prudencia nunca se ha dado con las serpientes y cuando el poder se menciona y la pureza de una casta sale a relucir, casi nadie está dispuesto a negarse.
¡Conectate!
Ingresa con tu nick, Nombre y Apellido, se admiten iniciales.
Conectarse
Últimos temas
Only you ♫ || Osita
2 participantes
Morsmorde :: Hogwarts :: Torres :: Torre de Ravenclaw
Página 1 de 1.
Only you ♫ || Osita
Un día más comenzaba a despedirse. El sol iluminaba los terrenos del castillo con sus últimos rayos, dejando que un hermosa mezcla de colores pudieran apreciarse en lo alto del cielo, hacia el horizonte. Aquellos tonos entre naranjo, rojo y violeta solían ser la inspiración de muchos artistas que vivían de la habilidad que poseían con el pincel, plasmando lo que sentían en un pedazo de papel. Artistas que no solían ser bien criticados por muchos, pero que hacían un verdadero y maravilloso arte ante los ojos del muchacho que subía las escaleras a paso cansino rumbo a su habitación. El día había sido cansador: cuatro clases y dos trabajos. De haber sido un chico despreocupado de sus estudios hubiese descansado antes de ir a la biblioteca para avanzar gran parte de los deberes del día, sin embargo la forma de ser del pequeño Robert no se lo permitía, le gustaba tener todo en control, detalladamente arreglado; y perder minutos valiosos, tan sólo vagando por el castillo, conversando con gente poco interesante, no era para nada una opción en la vida de McGonagall.
Sus pasos, finalmente, lo dejaron frente a la puerta de su sala común, la cual se abrió a penas resolvió el fácil acertijo que la estatua le había comunicado. Sus labios se abrieron, demostrando todo el cansancio que el muchacho sentía en un enorme bostezo, el cual no tardó en cubrir con su zurda, mano que le quedaba libre, al tiempo que se encaminaba hacia su habitación, pensando en sacarse la ropa, ponerse el pijama, cerrar los ojos y esperar a que el sol volviera a salir, sin embargo el destino era cruel y manipulador. Como si un ser sobre natural no quisiera que Robert pudiera tener un momento de paz, el rostro de Lucinda, su osita, apareció frente a su rostro, embobándolo.
Su rostro angelical, postura tierna y mueca inteligente lo tenían absolutamente cautivado. La observó por escasos segundos, deleitándose con su postura mientras leía, sentada en el sillón grande de la sala común. Pensó en seguir su camino, pues estaba seguro que la morena no levantaría la cabeza de su libro, sin embargo no pudo. No pudo porque entablar una conversación con ella le ganaba a cualquier otra opción que pudiera tener en mente. - Luci. - La saludó, quedándose parado frente a ella, sin sentarse a su lado aún. - ¿Interesante lectura? - Preguntó sin atreverse a preguntar realmente lo que anhelaba saber. La timidez que lo embargaba cuando estaba frente a ella era, sencillamente, indomable.
Sus pasos, finalmente, lo dejaron frente a la puerta de su sala común, la cual se abrió a penas resolvió el fácil acertijo que la estatua le había comunicado. Sus labios se abrieron, demostrando todo el cansancio que el muchacho sentía en un enorme bostezo, el cual no tardó en cubrir con su zurda, mano que le quedaba libre, al tiempo que se encaminaba hacia su habitación, pensando en sacarse la ropa, ponerse el pijama, cerrar los ojos y esperar a que el sol volviera a salir, sin embargo el destino era cruel y manipulador. Como si un ser sobre natural no quisiera que Robert pudiera tener un momento de paz, el rostro de Lucinda, su osita, apareció frente a su rostro, embobándolo.
Su rostro angelical, postura tierna y mueca inteligente lo tenían absolutamente cautivado. La observó por escasos segundos, deleitándose con su postura mientras leía, sentada en el sillón grande de la sala común. Pensó en seguir su camino, pues estaba seguro que la morena no levantaría la cabeza de su libro, sin embargo no pudo. No pudo porque entablar una conversación con ella le ganaba a cualquier otra opción que pudiera tener en mente. - Luci. - La saludó, quedándose parado frente a ella, sin sentarse a su lado aún. - ¿Interesante lectura? - Preguntó sin atreverse a preguntar realmente lo que anhelaba saber. La timidez que lo embargaba cuando estaba frente a ella era, sencillamente, indomable.
Robert McGonagall- Ravenclaw
- Mensajes : 21
Galeones : 84915
Fecha de inscripción : 09/04/2013
Re: Only you ♫ || Osita
Ni cuenta se daba Lucinda que en el cielo el arrebol explotaba en un desfile de anaranjados y rosas que, poco a poco, tornarían en violeta y azul.... hasta el negro. Su mente estaba demasiado concentrada en la textura de las hojas del libro que sostenía, en su aroma, en el dulzor de sus palabras y en la acidez de sus promesas. El verbo siempre había sido la fuerza más grande del universo. Las palabras no se borraban ni se olvidaban del todo. Siempre quedaba en el corazón un destello de su significado, un polvo de su tinta, un pedazo de su pronunciación grabado en nuestra memoria. Por ello hablar era tan peligroso como levantar la varita y decidir lanzar una maldición. Palabras que podía dañar a veces más que un espada y dejar en el cuerpo- ese cuerpo que paradójicamente era incorpóreo- una cicatriz mucho más profunda que el filo del metal. Eso pensaba Lucinda mientras leía aquella novela que sólo hablaba de promesas rotas y de diálogos dejados para el último momento. Sándor Marái, con su pluma tan exacta y romántica, plasmaba en el papel el gran amor del mujeriego y la conversación que pareció perderse en los dinteles de lo rumores y las historias.
Un pequeño suspiro se escapó de los labios de la joven Ravenclaw mientras daba vuelta la hoja. Dos días llevaba con aquel libro en la cabeza, y al parecer no duraría más que un tercero antes de ser terminado. Su poder de concentración era impresionante, y ni las conversaciones, risas, gritos y golpes la sacaban de su aura de conexión que se había formado entre el libro y ella, como si fueran los únicos dos habitantes de aquella habitación. Sin embargo, y cuando el punto final de una frase se asomaba al final de un párrafo, la voz de Robert llegó a sus oídos y Lucinda elevó su mirada con una dulce sonrisa-. Hola Osito- lo saludó y dejó a su otro lado su mochila con los deberes que debía hacer, pero que había dejado para el día siguiente a causa del libro-. Sí, muchísimo, siéntate- lo invitó a su lado mientras dejaba un papel en el libro para no olvidar la hoja en la que había quedado. Luego de ello le pasó el libro.
- "La amante de Bolzano", está en Húngaro o sino te lo prestaría- le dijo sentándose de lado con sus piernas flectadas bajo su cuerpo sobre el sofá. Apoyó su brazo en el largo respaldo del sillón y sobre él dejó su cabeza mientras miraba el perfil de Robert observando el libro-. Trata de Casanova y una de sus conversaciones más interesantes. Incluso aquel que parecía no amar a nadie más que a sí mismo se pudo enamorar- le comentó en un tono soñador mientras su mirada se iba a sus propios recuerdos de la escena que leía sólo unos minutos antes. Miró nuevamente a Robert y notó su rostro oscurecerse por el paso de la noche en la ventana. El reflejo del último destello de sol en la pared y la llegada de la oscuridad que perduraría en esa parte del mundo por unas cuantas horas-. ¿Qué hora es?- le preguntó intrigada-. Creo que me he pasado leyendo toda la tarde. No sé siquiera qué es del mundo. ¿Cómo estás tú?. ¿Qué hiciste hoy?- le preguntó entonces aún apoyada en el sofá y mirándolo desde ahí, atenta a lo que él tenía por decir y sabiendo que se preocuparía que las palabras de Robert nunca se las llevara el viento.
Un pequeño suspiro se escapó de los labios de la joven Ravenclaw mientras daba vuelta la hoja. Dos días llevaba con aquel libro en la cabeza, y al parecer no duraría más que un tercero antes de ser terminado. Su poder de concentración era impresionante, y ni las conversaciones, risas, gritos y golpes la sacaban de su aura de conexión que se había formado entre el libro y ella, como si fueran los únicos dos habitantes de aquella habitación. Sin embargo, y cuando el punto final de una frase se asomaba al final de un párrafo, la voz de Robert llegó a sus oídos y Lucinda elevó su mirada con una dulce sonrisa-. Hola Osito- lo saludó y dejó a su otro lado su mochila con los deberes que debía hacer, pero que había dejado para el día siguiente a causa del libro-. Sí, muchísimo, siéntate- lo invitó a su lado mientras dejaba un papel en el libro para no olvidar la hoja en la que había quedado. Luego de ello le pasó el libro.
- "La amante de Bolzano", está en Húngaro o sino te lo prestaría- le dijo sentándose de lado con sus piernas flectadas bajo su cuerpo sobre el sofá. Apoyó su brazo en el largo respaldo del sillón y sobre él dejó su cabeza mientras miraba el perfil de Robert observando el libro-. Trata de Casanova y una de sus conversaciones más interesantes. Incluso aquel que parecía no amar a nadie más que a sí mismo se pudo enamorar- le comentó en un tono soñador mientras su mirada se iba a sus propios recuerdos de la escena que leía sólo unos minutos antes. Miró nuevamente a Robert y notó su rostro oscurecerse por el paso de la noche en la ventana. El reflejo del último destello de sol en la pared y la llegada de la oscuridad que perduraría en esa parte del mundo por unas cuantas horas-. ¿Qué hora es?- le preguntó intrigada-. Creo que me he pasado leyendo toda la tarde. No sé siquiera qué es del mundo. ¿Cómo estás tú?. ¿Qué hiciste hoy?- le preguntó entonces aún apoyada en el sofá y mirándolo desde ahí, atenta a lo que él tenía por decir y sabiendo que se preocuparía que las palabras de Robert nunca se las llevara el viento.
Lucinda Scalovix- Ravenclaw
- Mensajes : 86
Galeones : 85154
Fecha de inscripción : 01/04/2013
Morsmorde :: Hogwarts :: Torres :: Torre de Ravenclaw
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Mar Jul 16, 2013 2:13 am por Invitado
» Protego RPG - ÉLITE, CAMBIO DE BOTÓN
Jue Jun 20, 2013 4:59 pm por Invitado
» The Last Chapter {Afiliacion Elite}
Mar Mayo 28, 2013 9:57 pm por Invitado
» ¡Vuelve Morsmorde!
Sáb Mayo 25, 2013 9:37 pm por Lyanna Archer
» Lyanna Archer (completa)
Sáb Mayo 25, 2013 9:25 pm por Lyanna Archer
» Is time for Oxford- Foro NUEVO.. Se necesitan Cannos- Normal
Sáb Mayo 25, 2013 12:37 am por Invitado
» Petición cierre de temas
Lun Mayo 06, 2013 3:22 am por Morsmorde
» Listado de hechizos Estudiantes
Dom Mayo 05, 2013 4:53 am por Morsmorde
» Listado de hechizos magos Adultos
Dom Mayo 05, 2013 4:50 am por Morsmorde