¡eh!, ¡cuidado con la bludger! → coral faith

O bien de pronto hacía un calor de muerte, o en todo caso realmente estaba ya un tanto cansada. Si jugar al quidditch era lo que se podía llamar una de sus grandes pasiones, sin duda eso no le quitaba lo complicado que era aguantar todo el entrenamiento, más cuando el capitán se endurece con los cazadores y ella y sus dos compañeros estaban obligados a permanecer sobre sus escobas mientras los demás no hacían otra cosa que hablar del pasado Sábado. Parecía mentira que Ravenclaws fueran. Era un constante movimiento de ir de aquí para allá con las escobas en busca del paso del tiempo para que dejaran de apretarnos a los tres desafortunados para entrenar a fondo a los demás. Y eso sumándole una primavera calurosa al pico de las tres y media de la tarde, obligaba a tener un cierto aire de cerdos andantes.

- Podéis ir a descansar chicos. - los tres cazadores prácticamente se dejaron caer de las escobas hacia el suelo y prácticamente todo les parecía digno de reyes.
Al tocar los pies al suelo Coral se dejó caer de boca abajo durante unos tres segundos. Luego levantó la cabeza sin tener todos sus cinco sentidos al máximo y dejó escapar un largo suspiro. Se quitó el equipo y lo dejó por allí tirado. Mientras sus dos compañeros ya se habían escabullido del resto del entrenamiento a vete a saber donde, suponiendo que no tendrían que mover más ningún dedo y ya no eran necesario, ella pensaba seguir allí, mirando a los bateadores. No tan solo para seguir presente si se la necesitaba, si no también por que simplemente... No tenía nada mejor que hacer.

- De seguro el abuelo Potter jugó con ésa snitch.
Una voz extrañamente familiar suspiraba resignada dentro del vestuario. No tan solo por que, como se excusaba a si misma antes que no tenía nada mejor que hacer, si no también por la simple curiosidad de saber de quién se trataba; Coral entró dentro. Una mente rápida, o mínimamente capacitada hubiera entendido de seguido que de nieto de Potter solo hay uno, y Gryffindor con una voz también. Pero cuando se acaba de jugar a quidditch y tu mayor preocupación era qué forma tienen las nubes, una mente rápida no la tenía ni la señorita Faith. Y ya era decir.

Soltó una risa al ver a Potter dentro del vestidor. No le era extraño verlo por allí, pues sabía de su fama y sus castigos por todo el colegio que iban desde limpiar a ordenar, de las cosas sucias a las cosas más sucias todavía. Era algo así como el criado personal de los profesores. Si algo faltaba por limpiar, no era problema. Potter iba a hacer alguna travesura al día de hoy y era la solución a todos los problemas. Era, ciertamente, ingenioso. Y a la vez un tanto raro.
- Creo que es raro que pregunte esto, pues opino que los dos sabemos la respuesta. - soltó la morena a punto de ponerse a reír. - Pero... ¿Qué haces aquí Potter?
La respuesta era clara, concisa.

Aunque también cabía la posibilidad que se estuviera equivocando y en realidad Charly estuviera allí por iniciativa propia, caridad o simplemente por aburrimiento.

A quién quería engañar.

- ¿Qué has hecho esta vez? - soltó con un suspiro dándose cuenta que, por mucho que quisiera darse una imagen distinta de Charly... Era imposible.

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