I'm waking up to ash and dust. || Myrtle

Tras la cena necesitaba salir a tomar el aire. El bullicio en el Gran Comedor era increíble. Todos los alumnos de siete cursos y cuatro casas diferentes comiendo allí, con cientos de conversaciones distintas.
Y ella había pasado la tarde encerrada en su cuarto entre libros. Claro que le dolía la cabeza.
Se dirigió hacia el salón y nada más notar el aire fresco no pudo evitar un suspiro. Enterró la cara entre las manos, con los codos apoyados en la gran barandilla gruesa de piedra.
Hacía un par de años había empezado a frecuentar ese sitio por las noches, cuando necesitaba tomar el aire y no quería salir del castillo por unas u otras razones (como el toque de queda en los alumnos y su estricta norma de no saltarse las reglas).
Dejó de apoyarse y se incorporó, mirando la luna que se ocultaba tímida entre las nubes. Otro suspiro. Esta vez, más corto y cargado de preocupación. Estaba en sexto. Le quedaba ese curso y otro más para salir de Hogwarts y empezar a buscarse la vida. ¿Qué iba a hacer? Tenía algunas ideas, pero creía que era demasiado joven para elegir lo que querría hacer el resto de sus días. Y el año que viene seguiría siendo pequeña.

El sonido de unos tímidos pasos cercanos hizo que dejase de pensar en ello -y lo agradeció-. Se giró bruscamente, algo sobresaltada, y apoyó (esta vez la espalda) en la barandilla. Se encontraba frente a las puertas por las que se salía al balcón.
Así estaría preparada para ver con quién compartiría el mirador esa noche.

Esperó paciente a que se aproximaran las pisadas más y más para descubrir quién sería el visitante del balcón. Por un momento tuvo miedo de que fuera alguien que se llevase mal con ella y pudiera estropear aquella maravilla de noche. Por eso deseó que fuera alguien que le resultase agradable. Alguien con quien los silencios no fueran incómodos y con quien pudiera entablar una conversación, por mínima que fuese. No a todo el mundo le gustaba charlar. Y a Grace le costaba si no tenía confianza con el interlocutor.

- Qué susto me he llevado -comentó aliviada, llevándose una mano al pecho (que amenazaba con dejar escapar al palpitante corazón), tras ver aparecer a Myrtle-. Por un momento pensé que era algún Slytherin dispuesto a recordarme una vez más lo mestiza que soy -rió sonoramente, con una risa cantarina que invitaba a Myrtle a hacer lo mismo.

Cuando consiguió que su pecho dejase de anunciarle la tensión inicial del momento, se giró un poco, sin darle la espalda a Myrtle, para apoyar sus antebrazos en la valla del balcón de nuevo. La fina brisa que corría movió los mechones naranjas de su cabello que quedaban sueltos. Llevaba un broche con algunos mechones de los lados de la cabeza recogidos.
Cuando la chica se acercó y volvió a hablar, se volvió del todo para mirarla.

- Claro que puedes quedarte -devolvió la sonrisa simpática-. Así se nos hará la noche menos aburrida a las dos.

Se quedó un rato mirando el cielo mientras pensaba en un tema para romper el hielo del inicio de la conversación propiamente dicha.
Optó por ir a lo básico.

- ¿Qué tal va todo, Myrtle? ¿Qué has hecho hoy? -esbozó una media sonrisa de disculpa. Sabía lo torpe que era a veces en el ámbito social.

«Felicidades, a veces pareces estúpida», se regañó.

Cuando Myrtle dijo lo del sitio demasiado iluminado para los Slytherin a Grace se le escapó una carcajada. ¡Qué razón tenía!
- Prefieren tramar maléficos planes en sus mazmorras, donde no les llegue la luz del sol -su risa fue tímida cuando debería haber tenido tintes de malicia. Aprovechaba que no había ninguno por allí y que Myrtle era de confianza para ser un poquito mala con aquellos Slytherin que siempre la tomaban con quienes querían. Especialmente si por tus venas corría algo de sangre muggle.

Escuchó atentamente a Myrtle cuando continuó hablando y se alegró al saber que la chica ganaba puntos en DCAO, que a veces resultaba un poco difícil cuando tus padres no eran magos.
- ¡Eso es genial! Felicidades. Quizá este año ganemos la Copa de las Casas -aventuró. Sabía que con ella casi siempre se hacían Gryffindor o Slytherin. Y no entendía bien por qué. Los Ravenclaw eran muy buenos en las clases. Quizá fuera porque eran más tímidos a la hora de intervenir. Y Hufflepuff no era despreciable, también había alumnos buenísimos. Parecía que la copa se disputaba entre aquellas dos primeras casas. Grace nunca lo diría muy alto, pero no le importaba que tuvieran siempre el protagonismo. Eso les dejaba a los de Ravenclaw y Hufflepuff mucha menos presión al no estar en el punto de mira.
Grace alzó las cejas con sorpresa.
- Vaya, Myrtle, no sabía que querías ser medimaga. Me alegra oír eso. Estoy segura de que no solo lo conseguirás, si no que destacarás en ello -le regaló una amplia sonrisa-. Bueno... No me puedo quejar, me encanta hacer deberes -sus mejillas se tiñeron de rojo. No se avergonzaba de ser como era, pero mucha gente veía raro que le gustara aprovechar cada minuto de su tiempo, especialmente en los estudios-, pero sí he notado que este curso ha empezado fuerte. Al fin y al cabo, el año que viene son los EXTASIS. A partir de quinto no vale relajarse -suspiró.

off: