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Gran Bretaña, 1945 El Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería de nueva cuenta abre sus puertas para todas aquellas mentes emocionadas y expectantes de las maravillas de un nuevo año escolar. Amigos que no se han visto desde hace tiempo, queridos profesores de caras sonrientes y exigencias de un nuevo curso escolar, todo pareciera estar perfectamente calculado, todo esta planeado y se pronostica, que aquel año escolar será uno de los más anhelados y aceptados por los estudiantes. Pero no todo es lo que parece y ciertamente el plan de cierto grupo de estudiantes no es precisamente pasar sus últimos años en el colegio de manera pacífica, ellos quieren causar un cambio, quieren una revolución, quieren iniciar la diferencia en su mundo y no precisamente de la manera correcta ni por los motivos idóneos. Tom Riddle extrañamente comienza a mostrar maneras mucho más encantadoras que las del extraño chico que se conoció de primer a quinto curso, se le nota más seguro, constante y decido, sus palabras suaves como el susurro de una serpiente han comenzado a cautivar a la casa de Slytherin, prometiendo poderes y riquezas inimaginables sencillamente por participar como bulto en su movimiento revolucionario, la prudencia nunca se ha dado con las serpientes y cuando el poder se menciona y la pureza de una casta sale a relucir, casi nadie está dispuesto a negarse.
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La sangre que corre por tus venas... {Grace}
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La sangre que corre por tus venas... {Grace}
Miré el cielo oscurecido con una media sonrisa, mientras mi espalda se apoyaba en el tronco de aquel gigantesco árbol que se encontraba en los límites del bosque prohibido. Las sonrisas no aparecían por nada, no eran el producto de una tarde aburrida en la que decidías sonreír porque, normalmente tenían una razón de ser ¿y cuál era la mía? Una vida satisfactoria. Debía aceptar que todo lo que había pasado desde mi llegada a Hogwarts era grato, en casa era la niña Black; en cambio aquí, había obtenido un respeto instantáneo. Todo gracias a mis predecesores primos que habían llegado. No es como si con once años se pusiera miedo en los mayores pero siempre existía cierto alejamiento a mi persona o evitar meterse conmigo porque mi reacción era impulsiva y agresiva.
Sacudí mi falda escolar y me levanté para marcharme ya. Faltaban pocas horas para el toque de queda y por muy rebelde que me tomara mi familia, estaba lejos de querer hacer perder puntos a mi casa, además aun habían un par de cosas que quería solucionar con los chicos, ideas específicamente. Di unos cuantos pasos, con el objetivo claro de marcharme al castillo, específicamente a la sala común de las serpientes; o al menos eso era lo que quería hasta que un montón de pelo que ya conocía bien se me atravesó en mi campo de visión. Una sonrisita divertida apareció en mis labios y retrocedí unos cuantos pasos sin que ella me viera. Me arrodillé en la hierba sin que me importase ensuciarme con tierra o con la humedad del pasto, desordené mi pelo para que este cubriera mi rostro y no pudiera distinguirme. Repasé mis labios con mi lengua y comencé a gritar -¡¡AYUDA!! POR FAVOR- dramaticé, como si me hubiese doblado el pie o algo. Tirada en el suelo me tocaba el tobillo y seguí solicitando su ayuda -hey! Tu, ayúdame por favor! Que no llego sola a la enfermería!- solté en su dirección, además era la única chica que se encontraba fuera del castillo, por lo que era obvio que le hablaba ella ¿Cuál era mi objetivo? Simple, que estuviese más cercana a mí, que viniese hasta los límites del bosque prohibido para que nadie interrumpiera si es que quería joderla. Porque solo era una mestiza más de este castillo y todos los días, había que recordarles cuál era su sitio entre los magos.
Sacudí mi falda escolar y me levanté para marcharme ya. Faltaban pocas horas para el toque de queda y por muy rebelde que me tomara mi familia, estaba lejos de querer hacer perder puntos a mi casa, además aun habían un par de cosas que quería solucionar con los chicos, ideas específicamente. Di unos cuantos pasos, con el objetivo claro de marcharme al castillo, específicamente a la sala común de las serpientes; o al menos eso era lo que quería hasta que un montón de pelo que ya conocía bien se me atravesó en mi campo de visión. Una sonrisita divertida apareció en mis labios y retrocedí unos cuantos pasos sin que ella me viera. Me arrodillé en la hierba sin que me importase ensuciarme con tierra o con la humedad del pasto, desordené mi pelo para que este cubriera mi rostro y no pudiera distinguirme. Repasé mis labios con mi lengua y comencé a gritar -¡¡AYUDA!! POR FAVOR- dramaticé, como si me hubiese doblado el pie o algo. Tirada en el suelo me tocaba el tobillo y seguí solicitando su ayuda -hey! Tu, ayúdame por favor! Que no llego sola a la enfermería!- solté en su dirección, además era la única chica que se encontraba fuera del castillo, por lo que era obvio que le hablaba ella ¿Cuál era mi objetivo? Simple, que estuviese más cercana a mí, que viniese hasta los límites del bosque prohibido para que nadie interrumpiera si es que quería joderla. Porque solo era una mestiza más de este castillo y todos los días, había que recordarles cuál era su sitio entre los magos.
off: no lo he hecho tan largo D: porque es introducción xD no te asustes (?)
Re: La sangre que corre por tus venas... {Grace}
Realmente necesitaba esa escapadita para tomar el aire. Después de la agotadora tarde practicando, tenía los pies hechos polvo. Aprovechaba aquellos días con escasos deberes y poca materia que estudiar para entregarse al máximo en los entrenamientos de ballet. Había conseguido no abandonarlo en esos cinco años en la escuela de magia. Podía hacerlo. Quizá... quizá si no... triunfaba en el mundo mágico, podría aún dedicarse a la danza clásica, como siempre había pensado.
Encontró una piedra lo suficientemente grande como para sentarse en ella. Era bastante escrupulosa, no quería mancharse en el suelo. Se quitó su zapato izquierdo y comenzó a masajearse un poco los pies. A través de las medias le llegaba el frío de sus manos. Dejó la bailarina en el suelo y se quedó un rato mirándola. Era bonito el uniforme de Hogwarts. Quien fuera que lo diseñara tenía buen gusto.
Una buena forma de relajar su mente era pensar en cosas mundanas, corrientes e irrelevantes. Se le daba terriblemente bien evadirse cuando quería. Otras no podía evitar darle vueltas a un mismo asunto.
Se calzó, se levantó y caminó en dirección al castillo.
De repente escucho unos gritos de auxilio. Se dio la vuelta hacia el lugar de donde provenían.
Su persona se debatía entre ir a ayudar y hacer como que no había escuchado nada. Al fin y al cabo, el sonido venía de los límites del Bosque Prohibido. Y lo que menos quería Grace eran problemas.
Al final pensó que llevando la varita debería sentirse capaz de ayudar en el peor de los casos.
Empezó a acercarse con una ligera carrera y acabó los últimos metros hasta la chica tendida en el suelo con paso cauteloso.
Antes de hacer nada examinaría la situación y pensaría a toda velocidad.
- ¿Cómo te has hecho eso? Deja que te ayude.
Se disponía a acercarse a ella para que pudiera rodear su hombro con el brazo y así poder llevarla a la enfermería.
Encontró una piedra lo suficientemente grande como para sentarse en ella. Era bastante escrupulosa, no quería mancharse en el suelo. Se quitó su zapato izquierdo y comenzó a masajearse un poco los pies. A través de las medias le llegaba el frío de sus manos. Dejó la bailarina en el suelo y se quedó un rato mirándola. Era bonito el uniforme de Hogwarts. Quien fuera que lo diseñara tenía buen gusto.
Una buena forma de relajar su mente era pensar en cosas mundanas, corrientes e irrelevantes. Se le daba terriblemente bien evadirse cuando quería. Otras no podía evitar darle vueltas a un mismo asunto.
Se calzó, se levantó y caminó en dirección al castillo.
De repente escucho unos gritos de auxilio. Se dio la vuelta hacia el lugar de donde provenían.
Su persona se debatía entre ir a ayudar y hacer como que no había escuchado nada. Al fin y al cabo, el sonido venía de los límites del Bosque Prohibido. Y lo que menos quería Grace eran problemas.
Al final pensó que llevando la varita debería sentirse capaz de ayudar en el peor de los casos.
Empezó a acercarse con una ligera carrera y acabó los últimos metros hasta la chica tendida en el suelo con paso cauteloso.
Antes de hacer nada examinaría la situación y pensaría a toda velocidad.
- ¿Cómo te has hecho eso? Deja que te ayude.
Se disponía a acercarse a ella para que pudiera rodear su hombro con el brazo y así poder llevarla a la enfermería.
- Spoiler:
- Off: No te preocupes. Para corto lo mío, que son las tres y pico de la mañana D:`
Grace L. Winters- Ravenclaw
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Fecha de inscripción : 30/03/2013
Re: La sangre que corre por tus venas... {Grace}
Continué mi dramatización en el suelo, exagerando mas de lo que era debido y aun así la chica cayó en mi juego. Solté un carcajada divertida mientras movía mi cabello elegantemente hacia tras, dejando que viese mi rostro, el rostro de la chiquilla más molesta de este castillo para un impuro. Porque sí, en esta sociedad machista que yo respetaba a mi manera, las chicas no dejaban ver sus opiniones con libertad, se preocupaban solamente de vanas cosas como lo eran los vestidos y el maquillaje. Mas yo estaba fuera de ese prototipo, era un Black con porte elegante y femenino aun cuando me comportaba como lo hacía ahora, la gracia que poseíamos solo se heredaba, ni con clases de buenas costumbres te igualabas a lo que se enseñaba en la familia. Ahora, mi propio caso era único y particular, es cierto que mis primas me superaban en belleza y femineidad, pero carecían de carácter y compromiso, eran dubitativas y un poco más superficiales; yo era distinta, y quizás solo se debiera ser la única hija mujer en el matrimonio de mis padres, o quizás simplemente se debiera a que leía más, porque era más que claro que era la más curiosa da la familia.
Seguí riendo contagiada realmente por su reacción ¿Qué tanto les gustaba ayudar al resto? ¿Tanto les agradaba perder el tiempo? Apoyé mis manos en la tierra para levantarme, sacudiéndome posteriormente estas de la tierra que traía -¡Por Salazar! No puedes ir por ahí de tonta- exclamé como si la reprendiera, sacando mi varita del muslo para apuntarle con ella, no en posición de ataque más que nada para indicarla. -finalmente me das la razón, la asquerosa sangre de muggles que corre por tus venas, provoca que no logres entender lo que dicen los libros ¿verdad?- ironicé con su sangre, buscando pelea, es cierto. No me iba a andar con rodeos y siempre que podía humillar un poco alguien lo hacía, mientras más abajo estuviera la escoria, más alto estaría mi nombre. Miré en dirección al castillo, asegurándome de que nadie nos estuviese viendo.
Las palabras de mi buen amigo resonaron en mi cabeza y solo por eso bajé la varita, sin jugar con ella, no es que no fuera a atacarla o tal vez sí, no tenía nada seguro, solo sabía que no quería traicionar ni hacer ningún movimiento tonto, lo que menos me apetecía ahora era defraudar a alguien más. Porque era claro que había visto la mirada de mis primos, para ellos seguía siendo una chiquilla, y si me importara lo que pensara el resto tal vez hubiera intentando actuar diferente, pero no me importaba. Mi obsesión enfocaba mi atención en solo una parte y no era ninguno de los Black el que la tenía. Observé a la mestiza con una mueca de asco traía -¿Qué haces con esos zapatos muggles? - la interrogué, como si fuera un elfo más en mi mansión ¿Qué mierda se creía que era? Hogwarts era un lugar sagrado, era el templo de estudio para un mago y ella osaba traer esas cosas muggles que desconocía para que se usaban, parecían simples calcetas y a mi vista, eran más asquerosas que los ropajes de Kreacher.
Seguí riendo contagiada realmente por su reacción ¿Qué tanto les gustaba ayudar al resto? ¿Tanto les agradaba perder el tiempo? Apoyé mis manos en la tierra para levantarme, sacudiéndome posteriormente estas de la tierra que traía -¡Por Salazar! No puedes ir por ahí de tonta- exclamé como si la reprendiera, sacando mi varita del muslo para apuntarle con ella, no en posición de ataque más que nada para indicarla. -finalmente me das la razón, la asquerosa sangre de muggles que corre por tus venas, provoca que no logres entender lo que dicen los libros ¿verdad?- ironicé con su sangre, buscando pelea, es cierto. No me iba a andar con rodeos y siempre que podía humillar un poco alguien lo hacía, mientras más abajo estuviera la escoria, más alto estaría mi nombre. Miré en dirección al castillo, asegurándome de que nadie nos estuviese viendo.
Las palabras de mi buen amigo resonaron en mi cabeza y solo por eso bajé la varita, sin jugar con ella, no es que no fuera a atacarla o tal vez sí, no tenía nada seguro, solo sabía que no quería traicionar ni hacer ningún movimiento tonto, lo que menos me apetecía ahora era defraudar a alguien más. Porque era claro que había visto la mirada de mis primos, para ellos seguía siendo una chiquilla, y si me importara lo que pensara el resto tal vez hubiera intentando actuar diferente, pero no me importaba. Mi obsesión enfocaba mi atención en solo una parte y no era ninguno de los Black el que la tenía. Observé a la mestiza con una mueca de asco traía -¿Qué haces con esos zapatos muggles? - la interrogué, como si fuera un elfo más en mi mansión ¿Qué mierda se creía que era? Hogwarts era un lugar sagrado, era el templo de estudio para un mago y ella osaba traer esas cosas muggles que desconocía para que se usaban, parecían simples calcetas y a mi vista, eran más asquerosas que los ropajes de Kreacher.
Re: La sangre que corre por tus venas... {Grace}
Grace se quedó helada cuando descubrió que la chica había estado fingiendo. Se alegró de que nadie más estuviese presente para ver la cara de tonta que se le debió quedar.
Por un momento se había preocupado de que alguien estuviese herido tan cerca del Bosque Prohibido. Al fin y al cabo, infundía terror.
Por cosas como esas, por situaciones así, Grace sentía que su corazón se había ido marchitando y cubriendo de hielo un poquito más, a medida que pasaba el tiempo y las personas demostraban lo que Grace tanto sospechaba. No puedes confiar ni en tu sombra. Pocas veces depositaba su confianza. Cuando lo hacía era porque alguien realmente lo merecía y así lo había demostrado.
Se disponía a dar la vuelta con toda la dignidad posible e ignorar por completo a la muchacha, que en realidad parecía buscar pelea con Grace y no solo burlarse.
Sus risas hacían que se sintiera insultada.
Que la llamase tonta no hizo menos que ofenderla. Grace no era tonta. Se negaba a pensarlo por un instante. Esa chica no tenía ni idea, no la conocía. No tenía derecho a insultarla. Hizo uso de todo el hermetismo que había sido capaz de adquirir con los años y se giró hacia ella.
- Lumos –conjuró para poder ver la cara de la muchacha. No era especialmente vengativa. Pero recordaba una cara de quienes se metían con ella. Siempre lo hacía.
Se preguntó cómo podía saber que era mestiza. Por si fuera poco haberse visto metida en una pelea sin mover un solo dedo, había sido una pelea con una purista. Maravilloso.
Se giró para volver en dirección al castillo cuando escucho una pregunta dirigida directamente hacia ella. Vaya. Quizá podía incluso culturizar un poco a aquella chica. Porque supuso que no se refería a las bailarinas negras que llevaba puestas ahora con el uniforme de Hogwarts, sino a las que aún portaba en la mano después de su sesión de entrenamiento.
- Son mis puntas de ballet. Aunque supongo que nunca antes has oído esa palabra.
Enseguida se dio cuenta de que tanto la respuesta como el tono usado podían llevarla a una pelea propiamente dicha. Sin embargo, no se arrepintió de haberlo dicho. Estaba harta de aquel sentimiento de superioridad por el simple hecho de nacer en el seno de una familia cuya sangre siempre ha sido mágica.
Esperaba que el orgullo de aquella muchacha por su ascendencia mágica fuer tan grande que no se tomara a mal el hecho de que Grace hubiese señalado que no conocía una actividad muggle.
Por supuesto, si a la próxima podía agachar la cabeza, contestar lo mínimo posible y regresar al castillo, lo haría con mucho gusto.
Por un momento se había preocupado de que alguien estuviese herido tan cerca del Bosque Prohibido. Al fin y al cabo, infundía terror.
Por cosas como esas, por situaciones así, Grace sentía que su corazón se había ido marchitando y cubriendo de hielo un poquito más, a medida que pasaba el tiempo y las personas demostraban lo que Grace tanto sospechaba. No puedes confiar ni en tu sombra. Pocas veces depositaba su confianza. Cuando lo hacía era porque alguien realmente lo merecía y así lo había demostrado.
Se disponía a dar la vuelta con toda la dignidad posible e ignorar por completo a la muchacha, que en realidad parecía buscar pelea con Grace y no solo burlarse.
Sus risas hacían que se sintiera insultada.
Que la llamase tonta no hizo menos que ofenderla. Grace no era tonta. Se negaba a pensarlo por un instante. Esa chica no tenía ni idea, no la conocía. No tenía derecho a insultarla. Hizo uso de todo el hermetismo que había sido capaz de adquirir con los años y se giró hacia ella.
- Lumos –conjuró para poder ver la cara de la muchacha. No era especialmente vengativa. Pero recordaba una cara de quienes se metían con ella. Siempre lo hacía.
Se preguntó cómo podía saber que era mestiza. Por si fuera poco haberse visto metida en una pelea sin mover un solo dedo, había sido una pelea con una purista. Maravilloso.
Se giró para volver en dirección al castillo cuando escucho una pregunta dirigida directamente hacia ella. Vaya. Quizá podía incluso culturizar un poco a aquella chica. Porque supuso que no se refería a las bailarinas negras que llevaba puestas ahora con el uniforme de Hogwarts, sino a las que aún portaba en la mano después de su sesión de entrenamiento.
- Son mis puntas de ballet. Aunque supongo que nunca antes has oído esa palabra.
Enseguida se dio cuenta de que tanto la respuesta como el tono usado podían llevarla a una pelea propiamente dicha. Sin embargo, no se arrepintió de haberlo dicho. Estaba harta de aquel sentimiento de superioridad por el simple hecho de nacer en el seno de una familia cuya sangre siempre ha sido mágica.
Esperaba que el orgullo de aquella muchacha por su ascendencia mágica fuer tan grande que no se tomara a mal el hecho de que Grace hubiese señalado que no conocía una actividad muggle.
Por supuesto, si a la próxima podía agachar la cabeza, contestar lo mínimo posible y regresar al castillo, lo haría con mucho gusto.
Grace L. Winters- Ravenclaw
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Fecha de inscripción : 30/03/2013
Re: La sangre que corre por tus venas... {Grace}
Solté una carcajada divertida y burlona. No, ella no me hacía reír porque fuera graciosa, me hacía reír por esa idiotez que yo encontraba en su persona. Tampoco es que fuera especial, simplemente se trataba de una impura a la que prefería ofender a ignorar, porque era más divertido que estarse sentado intentando hacer amiguitos –lo que seguramente haría alguna de mis primas-. Observé ese cabello rojizo con el ceño fruncido, eso solo era un signo más de su inferioridad, la ausencia de su cabello castaño u oscuro. Vamos, que de todos los colores que podrías tener el cabello, el rojo era el más denigrante. Probablemente este rechazo al cabello de ese color venia dado por los mitos existentes, y claro, por representar a la casa de los leones de alguna manera, era como si clamaran por sangre.
El conjuro de la chica me molestó, podía sentir mi sangre hervir cuando se mezclaban las cosas muggles con las mágicas, era un poco exagerada, pero era parte de mi naturaleza nada más. No me gustaban demasiado los términos medios y prefería irme directamente a los extremos. Winters, ese apellido no lo conocía de los magos de prestigio. Yo tenía buena memoria en este asunto, desde primer curso que me preocupaba por saber que familias eran o no dignas de la nuestra, porque claro, no todas podrían darse el lujo de codearse con nosotros, y definitivamente ella no estaba en el grupo. -¿punti que? - pregunte cuando la escuche mencionar las alpargatas esas, negando con la cabeza y mi sonrisita de superioridad bailando en los labios -este es Hogwarts, colegio de magia y hechicería, deberías mantener a parte las tonterías de muggles que tienes. Si quieres ser bruja, debes serlo con las de la ley y no dándole vueltas a un asunto estúpido como ese- no tenía idea que era eso que había mencionado y tampoco me interesaba saberlo, quizás mi curiosidad sí, pero como bruja purista me negaba a conocer el uso que podían darle.
Sacudí mi falda otra vez porque la tierra húmeda se pegó a ella, no me importaba pero fue más por hacer algún movimiento. Mordí las mejillas interiores de mi boca acentuando mi sonrisa -Winters ¿verdad? Como es que lograste entrar a Hogwarts? ¿Cuál de tus padres es el traidor que fue por ahí casándose con un muggle? - porque claro, aborrecía más que nada a los mestizos, los sangre sucia por su parte eran solo ladrones al azar de la magia, los muggles carecían de ella y habían nacido sin ella, pero los mestizos, eran estúpidos traidores a la sangre que habían elegido esa opción, era aberrante, totalmente.
El conjuro de la chica me molestó, podía sentir mi sangre hervir cuando se mezclaban las cosas muggles con las mágicas, era un poco exagerada, pero era parte de mi naturaleza nada más. No me gustaban demasiado los términos medios y prefería irme directamente a los extremos. Winters, ese apellido no lo conocía de los magos de prestigio. Yo tenía buena memoria en este asunto, desde primer curso que me preocupaba por saber que familias eran o no dignas de la nuestra, porque claro, no todas podrían darse el lujo de codearse con nosotros, y definitivamente ella no estaba en el grupo. -¿punti que? - pregunte cuando la escuche mencionar las alpargatas esas, negando con la cabeza y mi sonrisita de superioridad bailando en los labios -este es Hogwarts, colegio de magia y hechicería, deberías mantener a parte las tonterías de muggles que tienes. Si quieres ser bruja, debes serlo con las de la ley y no dándole vueltas a un asunto estúpido como ese- no tenía idea que era eso que había mencionado y tampoco me interesaba saberlo, quizás mi curiosidad sí, pero como bruja purista me negaba a conocer el uso que podían darle.
Sacudí mi falda otra vez porque la tierra húmeda se pegó a ella, no me importaba pero fue más por hacer algún movimiento. Mordí las mejillas interiores de mi boca acentuando mi sonrisa -Winters ¿verdad? Como es que lograste entrar a Hogwarts? ¿Cuál de tus padres es el traidor que fue por ahí casándose con un muggle? - porque claro, aborrecía más que nada a los mestizos, los sangre sucia por su parte eran solo ladrones al azar de la magia, los muggles carecían de ella y habían nacido sin ella, pero los mestizos, eran estúpidos traidores a la sangre que habían elegido esa opción, era aberrante, totalmente.
Re: La sangre que corre por tus venas... {Grace}
Grace miraba hacia el castillo con el pie golpeando impacientemente el suelo. Se moría de ganas por entrar. No se sentía nada segura en los límites de Hogwarts con el Bosque Prohibido. Y menos con la Slytherin.
La chica negó con la cabeza al ver que Walburga se seguía burlando de sus zapatillas y su lección sobre las cosas muggles en el colegio. Convivían con puristas día a día y ya sabían que en ese sentido eran incorregibles. Tan solo podían aguantar las momentáneas burlas por su parte, agachar la cabeza y arrimarse al amigo más cercano que anduviera por allí.
Por su forma de actuar y hablar, resultaba evidente que la bruja se tenía en muy alta estima.
Y el hecho de haber nacido en el ceño de una familia grande de sangre purísima como los Black no hacía más que acentuar la personalidad de Walburga.
Grace fue educada de forma que la pureza de sangre fuera tan irrelevante como un grano de arena al lado de una jirafa. No podía ser de otra forma.
Su familia paterna jamás había le prestado atención a ese asunto.
En otro contexto le podría haber dolido que calificasen a su padre como traidor. Pero siento ella, una purista educada con ese pensamiento, que no da su brazo a torcer y que a Grace no le importaba lo más mínimo ser mestiza, trató de fingir que le afectaba aún menos de lo que lo hacía.
- Si por traidor te refieres a persona que antepone el amor a la sangre, sí, fue mi padre.
Lo dijo con la cabeza bien alta y mirándola desafiante a los ojos.
La constante indiferencia de Walburga empezó a cabrear a Grace un poco.
- Aunque supongo que a vosotros sobre amor os enseñan poco, ¿no es cierto?
Lo dijo en el momento en el que estaba encendida y, cuando fue consciente de cómo se lo podría tomar Walburga, se asustó un poco y abrió los ojos como platos.
Lo había soltado sin pensar dos veces y se regañó por ello. Ella lo pensaba todo mil veces antes de actuar y sus labios le habían dado una desagradable sorpresa.
En medio de la noche un búho habló desde un árbol cercano y Grace soñó con que pasara volando a recogerla y llevarla lejos de allí.
Pero solo sería testigo de la ya declarada guerra entre la Slytherin y ella.
La chica negó con la cabeza al ver que Walburga se seguía burlando de sus zapatillas y su lección sobre las cosas muggles en el colegio. Convivían con puristas día a día y ya sabían que en ese sentido eran incorregibles. Tan solo podían aguantar las momentáneas burlas por su parte, agachar la cabeza y arrimarse al amigo más cercano que anduviera por allí.
Por su forma de actuar y hablar, resultaba evidente que la bruja se tenía en muy alta estima.
Y el hecho de haber nacido en el ceño de una familia grande de sangre purísima como los Black no hacía más que acentuar la personalidad de Walburga.
Grace fue educada de forma que la pureza de sangre fuera tan irrelevante como un grano de arena al lado de una jirafa. No podía ser de otra forma.
Su familia paterna jamás había le prestado atención a ese asunto.
En otro contexto le podría haber dolido que calificasen a su padre como traidor. Pero siento ella, una purista educada con ese pensamiento, que no da su brazo a torcer y que a Grace no le importaba lo más mínimo ser mestiza, trató de fingir que le afectaba aún menos de lo que lo hacía.
- Si por traidor te refieres a persona que antepone el amor a la sangre, sí, fue mi padre.
Lo dijo con la cabeza bien alta y mirándola desafiante a los ojos.
La constante indiferencia de Walburga empezó a cabrear a Grace un poco.
- Aunque supongo que a vosotros sobre amor os enseñan poco, ¿no es cierto?
Lo dijo en el momento en el que estaba encendida y, cuando fue consciente de cómo se lo podría tomar Walburga, se asustó un poco y abrió los ojos como platos.
Lo había soltado sin pensar dos veces y se regañó por ello. Ella lo pensaba todo mil veces antes de actuar y sus labios le habían dado una desagradable sorpresa.
En medio de la noche un búho habló desde un árbol cercano y Grace soñó con que pasara volando a recogerla y llevarla lejos de allí.
Pero solo sería testigo de la ya declarada guerra entre la Slytherin y ella.
Grace L. Winters- Ravenclaw
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